16 noviembre, 2006

Jamás he sentido lástima por mí

Esta entrevista la realicé junto al periodista cubano Rafael Hojas Martínez


Dos hechos confluyen en la vida de Irma González Salanueva: los estudios universitarios en la especialidad de Psicología y su protagonismo en la lucha por el regreso de los Cinco. Cómo reparte su tiempo, a sabiendas de que aspira a ser una excelente profesional, fue nuestra primera pregunta.

“Para defender a mi papá no tengo que prepararme, él está en mi corazón y en mi racionalidad. No hace falta prepararse para hablar de algo que llega tan hondo: lo que hemos sufrido el pueblo de Cuba y mi familia. Decimos la verdad con la fuerza del corazón.

“Mi papá me lo dice: Estudiar es tu deber para ser útil a tu país´.
Dedico las horas necesarias a mis estudios… muchas cosas las aplazo, las actividades por la liberación de los Cinco las equilibro. Mientras estoy en la escuela cumplo mis deberes y no me permitiría, no por mi papá, sino por mí, dejar de hacer algo poniendo esta lucha como pretexto. Se puede con todo, tengo los mismos retos de la juventud cubana.”

Precisamente este tema es recurrente en las conversaciones que Irmita sostiene con su padre, René González Sehwerert, en la prisión de Marianna, Florida. “El está muy motivado por los jóvenes, por su efervescencia revolucionaria. Cuando estamos juntos y le cuento, me pasa la mano y dice: “Tenemos el relevo en ustedes. Cada día que pasa él se va enfermando más de la sociedad norteamericana.
I
rmita habló con su padre antes de salir para la Universidad, donde esperaría el Primero de Mayo. Cuando le comentó sobre el entusiasmo de sus compañeros, René le dijo con ironía: “Aquí dicen que eso allá se está cayendo, ¿es verdad?”, y ella le contestó: “Eso es imposible. Entonces escuché su risa como diciendo, esta gente aquí come más m…”

Sobre su participación en foros internacionales, Irmita reconoce que “vamos a poner la parte humana, para que el mundo sepa que los Cinco son hombres buenos, que tienen familia, que sacrifican sus vidas para proteger otras. Hay que mover sentimientos e implicar emocionalmente a las personas, para que actúen a favor de la causa de Cuba.

¿Qué sientes cuando visitas a tu papá, sabiendo que a tu hermana no se lo permiten hacerlo acompañada de tu mamá?

“Es muy difícil. Es como servir de puente entre mi mamá, mi hermana y mi papá. Él me pregunta hasta el último detalle, muchos que, por vivirlos cotidianamente, no los observo, mi papá quiere saberlo todo, porque no lo vive y para él todo es importante, es nuevo. “Aunque hace muy amena nuestras conversaciones, siempre con sonrisas y elogios, siento que tiene una nostalgia inmensa por Cuba, por lo que está pasando (si pintaron una calle, un edificio, por donde vas caminando para la facultad, qué hace mi hermana cuando llega, qué dice, si está más grande). Y cuando regreso a Cuba está mi mamá preguntándolo todo: cómo está él, si está más delgado. Disfruto las visitas a mi papá, pero quisiera que estuvieran ellas, porque lo añoran.”

Y en el caso de Ivette, ¿cómo te llega esa añoranza por su padre ausente?
“Ella es una niña muy noble y en ocasiones se expresa abiertamente sobre el caso. Siempre lo tiene presente, si hace un dibujo, pinta a su papá; si piensa en el futuro, piensa en el papá.

Cuando vemos la novela cubana le dice a mi mamá ´no te pelees con mi papá, yo tengo que conocerlo, quiero verlo´. Pero de otros temas es muy difícil que ella te hable. Creo que, como niña al fin, saturada del dolor que rodea a su familia, muchas veces te dice ya, ya…., no quiere lidiar con ese conflicto.”

¿Cuáles han sido los momentos más difíciles de tu vida?

“El más difícil fue cuando tenía seis años y mi papá se fue del país. Empezaron a pasar los días, me decían que estaba estudiando, que se demoraba un poquito más, recuerdo esa angustia, ese dolor en el pecho, esa agonía de no saber dónde estaba mi papá. Yo era muy apegada a él, es una persona increíble, amoroso, es genial.

“El otro momento fue vivir en EE.UU., y junto a mi papá y a mi mamá tener que lidiar con esas personas de allá, la mafia, y ver cómo nos relacionábamos con gente tan diferente de nosotros, a la familia que quedó en Cuba. Me preguntaba cómo era posible que al regresar a casa mi padre me inculcara amor, lo contrario al odio que expresan aquella gente. Fui partícipe de la doble vida de mi papá y viví con esa tensión, aunque nunca me dijo lo que estaba haciendo.

“Y otro momento muy difícil fue el día del arresto. Los que vivimos después, con la familia dividida, el asedio, las agresiones sicológicas, y estar solas allá. Nuestras vidas y nuestro futuro quedaron inciertos, a la deriva.

¿Y los mejores?

“Cuando era niña, ese amor de familia, ver a mi mamá y a mi papá siempre sonriendo, cuando salíamos, cuando nos divertíamos.”

Irmita reconoce en Olga -la mamá- un puntal en su formación, mas no desconoce que en su personalidad han intervenido muchos agentes socializadores como su familia, la Patria, su comunidad, los amigos y su papá.

“Mi familia revolucionaria. Los valores de la Revolución se interiorizaron en mí hasta el punto de que cuando me enfrenté a una sociedad diferente pude valorar, criticar lo que estaba pasando.

“Vivir mis primeros 12 años en Cuba y luego haberme ido a EE.UU. me hizo más revolucionaria. Si de algo me valió vivir en Estados Unidos fue aprender el idioma inglés _que me sirve para luchar por la liberación de mi papá y sus cuatro hermanos_, y para apreciar lo que tengo y cuidarlo.

Viviendo en Miami, ¿conociste a algún terrorista?

“A Ramón Saúl Sánchez, con su prepotencia. Un día fuimos a despedirlo porque supuestamente iba a una cruzada en barco, llamó a la prensa y anunció que iba a entrar a las costas cubanas y que hasta que no acabara con el sistema en Cuba no iba a regresar. De pronto llamaron a mi papá porque dijeron que se le había roto el timón. Enseguida regresó y armó el show de nuevo.

“Recuerdo su boda, que se supone sea un momento de alegría, de implicación sentimental y emocional. Los invitados cantaron el himno de Cuba, el de Estados Unidos y pidieron a Dios que permitiera seguir luchando, para acabar con el sistema revolucionario cubano. ¡Yo me quedé!…

“Otro día mi papá iba con Ramón Saúl en un vuelo sobre Bahamas, para hacer un simulacro de planes de enterramiento de armas y lanzamiento de octavillas sobre Cuba, pero se rompió el alerón del avión y armaron otro show mediático. A mi papá le dieron una condecoración por haber salvado a ese terrorista, y convirtieron el accidente en historia, ya que estaban en una supuesta misión patriótica.”

El gobierno de EE.UU. continúa protegiendo a Luis Posada Carriles, ¿conversas sobre ese tema con tu papá?

“Sentimos indignación al ver que esos asesinos gozan de la protección y la recompensa del gobierno norteamericano. Mi papá siempre dice: ´No puedo sentirme héroe por estar aquí, mientras otros están muriendo a causa de un acto terrorista´.

¿La Psicología te ayuda a mitigar el dolor de la familia?

“Cuando entras a esta carrera tu visión de la vida va cambiando. Aprendes a no juzgar, a ser noble, más humano. Yo hablo con mi papá y le digo que te enseña a pasar por la vida y prestarle atención a las cosas que lo merecen, sin dejar que los individualismos te abrumen. La Psicología me ha ayudado a ver siempre el lado positivo, porque más que bien vamos a pasar por la vida y hay personas que están mucho peor.

“Por ejemplo, cuando alguien me recuerda que tengo a mi papá preso, le digo que él está preso por convicción, sabe lo que está haciendo, pero está vivo, hay personas que no tienen a su papá.

Si los familiares de los mártires de Barbados están luchando, yo no tengo derecho a cansarme.”
“Cuando me siento un poquito triste busco las cosas buenas de la vida y elimino esas que me hacen sentir mal. La carrera me ha enseñado a ver las cosas con optimismo.”

¿Qué haces contra la lástima?

“No puedes dejar que te invada la lástima. Jamás he sentido lástima por mí, tengo la capacidad y la fuerza suficientes para luchar contra mis conflictos. Me río de las personas que se acercan a mí con lástima.

“Mi papá es optimista y no acepta bajo ninguna condición que nos tengan lástima, eso nos derrumbaría. Y no puedes llorar porque él no se lo merece. Ese lujo no se lo podemos dar a esa gente.”

09 noviembre, 2006

El bloqueo sanciona a quienes nos hacen llegar libros

Silencio cómplice y atractivo. Sosiego de cosas dichas y por decir. Rumor de los libros y los pasos. Brisa que no es brisa, sino clamor de letras vivas y carencias ocultas. Esto y más resaltan la majestuosidad de ese templo hierático de cultura, que es la Biblioteca Nacional José Martí.

Pero ni la grandeza arquitectónica ni el prodigio de los textos fueron siempre sinónimos de la Biblioteca Nacional José Martí, la institución cultural más antigua de Cuba, que este 18 de octubre celebrará sus 105 años de fundada.

El peregrinar de libros, documentos y bibliotecólogos por “rincones de menor uso” son la simiente de ese tesoro que encierra y extrapola el actual edificio, terminado
en 1958.

Araceli García Carranza, maestra devenida “historiadora” de la Biblioteca, rememora la lucha de hijos ilustres de la patria por salvar y darle el valor que merecía la institución, entre ellos a Gonzalo de Quesada y Aróstegui, a Domingo Figuerola Caneda —aportó su propia biblioteca para fundar la nacional—, a Francisco de Paula Coronado, Emilio Roig de Leuchsenring y muchos otros, que rescataron de inconcebibles locales el valor patrimonial que se encerraba en libros y documentos compilados.

La Biblioteca tuvo asiento en el antiguo Castillo de la Fuerza, el Departamento de Instrucción Pública, la Maestranza de Artillería, el Capitolio —algunos libros se almacenaron en cajas—, y el sótano de la antigua cárcel, donde un incendio devastó parte de la colección.

“La Revolución heredó un edificio con escaso patrimonio, casi mínimo, pero de una inmensa valía. La Biblioteca es la memoria viva de Cuba; no hay dinero que pueda comprar este erario”.
Aquí se conserva el primer libro cubano conocido, como lo califica Araceli: la Tarifa de precios de medicinas de 1723. Y se extraña de que no existan otros más antiguos, pues la imprenta comenzó a funcionar en el país desde principios de esa centuria.

Más allá de la edificación

“Las bibliotecas ya no son entes pasivos en espera de sus usuarios; son organizaciones pro activas —salen a la calle a promover sus colecciones y servicios— y se encuentran en regiones intrincadas, en prisiones, hospitales, hogares de ancianos…, este servicio se conoce como extensión bibliotecaria y tiene más de 40 años”, argumenta la especialista Blanca Libera Bonilla.

“La Biblioteca Nacional José Martí (BNJM) tiene sus usuarios y sus servicios, algunos especializados, diferentes de las públicas, que reciben una población más diversa”, explica.
Cuba tiene una red nacional, en correspondencia con la conservación, estado de las colecciones, desempeño de funciones. El país cuenta con dos edificios construidos como bibliotecas, la Nacional y la de Marianao; el resto de las casi 400 que existen, funcionan en locales adaptados, asegura Blanca. En el 2005 brindaron más de 15 millones 176 mil servicios a más de nueve millones 100 mil usuarios, cifras que superan ampliamente las del año anterior.

Pero este patrimonio se lacera con el despiadado bloqueo que Estados Unidos impone contra Cuba desde hace más de 45 años. “Se limitan las relaciones de canje que tienen las bibliotecas con otras en el mundo, hay sanciones para quienes nos hacen llegar los libros, los textos y el personal nuestro no puede salir del país por las restricciones; se afectan las colecciones, restauraciones, digitalizaciones por carencias de insumos que se adquieren en EE.UU. o terceros países”, comenta Blanca.

Cuarta etapa del bloqueo

Un informe de las especialistas Vilma Ponce y Nuria Pérez, de la Biblioteca, califica el actual mandato presidencial en EE.UU. como la cuarta etapa de incidencia del bloqueo en las relaciones entre bibliotecas y bibliotecarios cubanos y norteamericanos, y demuestra que las instalaciones sufren daños irreversibles en sus colecciones y locales por las limitaciones financieras y comerciales impuestas, lo cual lesiona sensiblemente la calidad de los servicios.

A pesar de que el gobierno norteamericano asegura que el bloqueo no se extiende al ámbito cultural y científico, este es evidente en las restricciones que rigen para la firma de convenios de colaboración, asegura el informe del Consejo Científico de la BNJM, que recoge además, la negación de visas a bibliotecarios y dirigentes del sector, “lo que se ha convertido en una norma de la actual administración estadounidense”.

Según la propia fuente, como resultado de esta medida en los últimos cinco años, ocho bibliotecarios y dirigentes del sector no pudieron viajar a EE.UU., ni otros dos a Puerto Rico, para asistir a conferencias internacionales e intercambios culturales, fomentar la colaboración, recibir o impartir cursos y adiestramientos. “Es deplorable que el gobierno norteamericano niegue la entrada a su país a profesionales cubanos que ocupan cargos en organizaciones internacionales”, refiere el informe de la BNJM.

El documento señala limitaciones para el uso de programas de Microsoft, consigna que estos no pueden ser exportados a Cuba, a terceros países que negocien con ella, o a personas que se sospeche puedan hacerlos llegar a la Isla”. Todo lo que se adquiere en esta materia conlleva incrementos en los precios y demoran más en llegar, incluso las mismas restricciones impiden a los nacionales pagar las licencias para usar los antivirus que se comercializan internacionalmente.

Los documentos se deterioran “por la imposibilidad de fumigar con los productos requeridos y la periodicidad necesaria, por su alto costo en el mercado internacional”. Por estas razones y la falta de herramientas e instrumentos para la restauración y conservación, se cerró en 1995 la Biblioteca Pública Rubén Martínez Villena, de la capital; el pequeño taller de conservación y restauración de la Biblioteca de Casa de las Américas está prácticamente paralizado por la insuficiencia de papel japonés y cartulinas libres de ácidos.

El informe de Cuba a la Asamblea General de Naciones Unidas de 2004, sobre la necesidad de poner fin al bloqueo impuesto por Estados Unidos contra Cuba, expresa que de poder adquirir los materiales e insumos necesarios en el mercado estadounidense o a través de empresas norteamericanas radicadas en el Caribe, Centro o Sudamérica, se podrían restaurar 3 mil 600 documentos anualmente. Hoy no se alcanza el 20% de esta cifra.

Las leyes del bloqueo prohíben a todas las instituciones norteamericanas las donaciones o colaboraciones con centros cubanos, que de violarse conllevarían sanciones hasta por 50 mil dólares o el decomiso de los fondos, documentos o artículos que consideren medios de violación.

Del asedio contra Cuba también son fruto las llamadas bibliotecas independientes, calificadas por Rhonda L. Neugebauer, bibliógrafa sobre estudios latinoamericanos, de la Universidad de California, EE.UU., como “lugares de llegada y puntos de contacto para el personal de la Sección de Intereses estadounidenses y otros, que los visitan regularmente para entregar materiales y dinero

07 noviembre, 2006

El dolor atrapado en el tiempo

El tiempo no cura el dolor. En la multitud, rostros llorosos, indignados; cuerpos anhelantes de un abrazo. Las palabras excitan el recuerdo; la Plaza enardecida y una sentencia vibrando por los altavoces: “Cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla”.

Remover treinta años después las vivencias de los familiares y compañeros de las víctimas del sabotaje al avión de Cubana de Aviación en Barbados, es un clamor a la justicia. Late el reclamo de que los asesinos sean juzgados: Orlando Bosch pasea por las calles de Miami ideando qué nueva atrocidad pueda cometer, mientras Luis Posada Carriles encuentra refugio en el chantaje.

La paloma que traía/ tanta gloria allá en su pecho/ la han tumbado por despecho/ y no ha salido todavía*

Seida González Méndez, una de las aeromozas que llevó hasta Barbados a la tripulación que una semana después regresó en el vuelo CU-455, no ha podido salir del súbito sobresalto de aquella esperanza naufragada. “Me he sentido triste toda la vida. Con la tripulación que falleció ese día había compartido distintos vuelos; estaba encariñada con mis compañeros.

“El 6 de octubre de 1976, yo salía de extra en el otro DC-8 hasta Praga, para seguir tres días después hasta Hanoi. Cuando me recogieron en casa percibí algo extraño en Pedro Álvarez, el sobrecargo mayor del vuelo y en Elena González, que ya venían en el auto. Ellos lo sabían, pero no me lo quisieron decir. Me informaron cuando abordé el avión…

“Alentando alguna esperanza allá en Praga, llamábamos a La Habana, hasta que supimos que nada se podía hacer. Regresé el día 15, justo cuando hablaba Fidel en la Plaza y toda la tripulación dejó el equipaje y con mucho trabajo nos integramos a la masa humana que colmaba el Memorial”.

Le dio envidia al enemigo/ verle sus alas tan blancas/ que flameaban en la estancia/ del cielo que fue su abrigo/

“De mis compañeros muertos tengo muchos recuerdos, dice Seida. Wilfredo, el capitán, íntegro, siempre sonriente, saludaba preguntando, ¿cómo anda la carioca?, no importa quién era la persona.

Tomás, el copiloto, y Marlen González hacían una pareja maravillosa, eran muy románticos. Magali Grave de Peralta fungía como jefa de las aeromozas en ese momento. A Pagán le decíamos comecandela, porque se destacó mucho en la guerra. El día que lo llevamos para Barbados llegó tarde a abordar, y con su sonrisa nos explicó que lo habían recogido un poquito atrasado. Subió por la parte delantera del avión y hasta le ayudé a subir la maleta”.

…Encontraron dos bandidos/ impulsados por dinero/ y en sus manos de asesinos/ odio y muerte les pusieron

EN LA TORRE DE CONTROL CONFIRMÉ LA NOTICIA

Los asesinos pusieron las bombas pensando que iban a explotar a 20 mil pies, cerca de Jamaica, lo que hubiera pasado como un accidente.

“La primera bomba no hubiera derribado el avión, pero la segunda sí, porque la pusieron en los baños traseros, por donde pasan las superficies de controles, que al partirse hacen que el avión caiga por su peso, era insalvable. Por eso Tomás, el copiloto, le dice a Wilfredo: Fello ¡pégate al agua!, pensando en un amarizaje”.

José León Dueñas, Historiador de Cubana de Aviación, agrega: “Aquella tarde Cuba se hundió en el oleaje de sus propias lágrimas; ningún día como aquel lloramos tan unidos. Barbados dolerá por quienes dejaron de bailar, de jugar, de llorar, de vivir”...

Y califica a George Bush, a Luis Posada y a Orlando Bosch como verdugos.

“Quizás hoy, gracias a la tecnología y la preparación del personal que trabaja en los aeropuertos del mundo, no se pueda cometer otro acto tan horrendo como el perpetrado contra nuestro avión”, comenta León Dueñas.

Y no tuvo tiempo a más/ todo ya se le nublaba/ el dolor iba creciendo/ y ella al tiempo ya bajaba

La aviación civil es, internacionalmente, uno de los sectores más vulnerables a la comisión de actos terroristas. La situación se fue agudizando a partir de la década del 60 del pasado siglo y unos años después muchas personas se resistían a viajar en líneas aéreas por temor a este flagelo, según María Caridad Pérez, especialista del Instituto de Aeronáutica Civil de Cuba.

Una investigación realizada por ella recoge que sólo en 1972 se produjeron 43 secuestros de aviones, y en 1985 murieron 473 personas y 243 resultaron heridas, como consecuencia de actos terroristas contra la aviación civil.

NUNCA SE BAÑABA EN LA PLAYA

“Mi padre no concebía otros lugares para la recreación que no fueran el Zoológico y el Parque Lenin, por supuesto, esos eran los más accesibles, pues por las características de su trabajo nos podía dedicar poco tiempo”, dice Odalys, una de los tres hijos de Wilfredo Pérez, capitán del DC-8 que, hasta su muerte, hizo lo posible por salvar su nave. “Pocas veces nos llevó a la playa. Es increíble, no le gustaba la playa, y murió tan cerca de ellas”.

Lo último que hizo Wilfredo con sus hijos fue llevarlos a la casa de su mamá. Y Odalys Pérez Rodríguez, que tenía 10 años, supo de la muerte de su padre por un compañero de él que sólo le dijo: “Cuida mucho a tu mamá que está enferma del corazón”.

Y dicen los que allí fueron/ que en el lugar de los hechos/ unos soles dan destellos/ dirigidos de sus pechos

“Ha sido muy duro vivir todos estos años sin mi papá, dice Odalys. Después del entierro de las víctimas, veía la casa oscura, me faltaba algo; fui al cuarto de mi papá y vi su ropa… Me fui adaptando a que no iba a venir más, a que no lo iba a ver más...

“Para mí los trabajadores de la aviación son un símbolo, porque mi papá amaba mucho su trabajo. Él le decía a mi mamá que de lo único que se podía celar era de los aviones, para él lo más importante era su trabajo. Durante estos años hemos estado acompañados por sus compañeros; nunca les ha faltado la delicadeza en un día de las madres, de los padres, un fin de año, y ante cualquier situación que podamos tener de índole personal, siempre han acudido a darnos una ayuda.”

*Versos de la canción La Paloma Cubana, compuesta por Mario Darias, el 15 de octubre de 1976, tema musical de las actividades por el aniversario 30 del crimen de Barbados.

03 noviembre, 2006

El llanto de todos

A los cinco años, Camilo Rojo no podía comprender el significado de las palabras crimen, atentado. “Yo estaba jugando con unas figuras geométricas cuando mi hermana, que estaba en sexto grado, entró al aula. Me dio mucha alegría verla, pero vino a darme la noticia.

“En el camino hacia la casa, con mamá, mis hermanos y los compañeros de mi papá, veía mucha tristeza, iban apenados, llorosos, con lástima por nosotros, y empecé a reaccionar”.
Camilo Rojo Álvarez rememora, después de 30 años, el impacto del crimen cometido contra 73 inocentes durante la voladura en pleno vuelo, de la aeronave de Cubana de Aviación en las costas de Barbados, donde pereció su padre, Jesús Rojo Quintana.

“Yo no lloré cuando me lo dijeron, pasaron unos días y mi madre nos llevó a la Plaza, donde estaban expuestos, para mí, todos los cadáveres. Ese fue el momento que marcó mi vida: el llanto de las personas, la connotación. Era algo muy grande para una persona tan pequeña... No se me olvida cuando Fidel estaba hablando, aquella multitud y hasta algunas personas que se desmayaban.

“Después llegó una calma y empecé a entender que ya no vería más a mi papá, por qué era la ausencia y qué era un asesinato, un crimen. Lo que más me dolía era cuando había un cumpleaños, una actividad en la escuela, y mis amiguitos iban con su mamá y su papá, y el mío no estaba.

“A partir de ahí todo fue sufrimiento. Me privaron de su cariño. Ahora lo comprendo bien, porque tengo una hija de cinco años que siempre descubre algo, que me pregunta incesantemente, que me cuenta… y eso es maravilloso.

“Mi madre tuvo que hacer un trabajo extraordinario. Siempre he dicho que si alguien tiene méritos en mi vida es ella, por el papel que desempeñó una mujer joven con tres hijos, para encaminarnos, integrarnos a la sociedad. Hizo lo imposible para que no viviéramos cabizbajos; había que vencer los obstáculos.

“Mi padre es mi ídolo. Y lo que me hace sentir más triste es que lo mataron, junto a otros 72 inocentes, encerrados en un avión, sin derecho a defenderse, a la supervivencia.
Una explosión en un avión es catastrófica, y eso me lleva a pensar todavía cómo habrán sido sus últimos momentos…

“Los recuerdos que tengo de mi padre son momentitos…, tengo una idea de su rostro, de su forma. Al saber que no lo iba a ver más, esas ideas se me hicieron fijas y han marcado mi dolor. Podemos estar alegres, pero cuando salimos de eso, nos sentamos y nos preguntamos si él estaría alegre, si estaría satisfecho de nosotros. Me dio mucho dolor que mi padre no estuviera en la Tribuna Antiimperialista el día que recibí el título de abogado.

“El crimen de Barbados no es historia, han pasado 30 años, pero no se ha hecho justicia con quienes lo planearon, lo financiaron y lo ejecutaron. Es una huella detenida en el tiempo”. Lloré por todos

“Iba para el trabajo y ya mis compañeros llevaban el periódico. Cuando vi la foto y leí su nombre me puse muy mal, él llevaba una semana en Barbados, pero no sabía que vendría en ese avión.
Sus compañeros llegaron a buscarme, no lo hicieron a las 12 de la noche del mismo día 6, cuando se confirmó la noticia, para no traumatizar a los niños”, recuerda Asela Álvarez Díaz, viuda de Jesús Rojo Quintana, funcionario de Cubana de Aviación en el momento del sabotaje.

“Del aeropuerto salimos a buscar a mis hijos, que estaban en la misma escuela, llevábamos el periódico. La directora, que era sicóloga, me dijo que a los niños había que decirles siempre la verdad. Buscaron a la hembra, de 10 años, le explicaron todo y la encargaron de decírselo a los dos varones.

“Una tiene que armarse de mucho valor para enfrentar situaciones como esas. Sufrí, pero pensaba primero en ellos, en cómo reaccionarían. Sus compañeros me ayudaron mucho, becaron a los muchachos y durante varios años los trataron en la Clínica del Adolescente; no tenían problemas graves, pero estaban afectados.

“Cada vez que Jesús, el mayor de los varones, que tenía seis años, veía a una persona parecida a su padre se echaba a llorar; lo extrañaban, ellos tenían adoración por él. Era un hombre muy alegre, jugaba con ellos como si también él fuera un niño. Nunca estaba bravo y tenía una solución para todo. Nunca los regañaba sin motivos.

“El momento más difícil fue en la Plaza. Toda repleta de gente en posición de atención. Aquello fue muy impresionante, porque ves la magnitud del sufrimiento del pueblo. Yo le decía a mis hijos: ‘ven esa gente así, es en honor a su papá’. Lo hacía para que entendieran, para que escogieran un buen camino; y han salido muy buenos hijos, trabajadores, revolucionarios.

“La sicóloga me decía que a los niños siempre había que darles lo que necesitaban, que no les diera más —aunque yo no le podía dar más porque era y soy pobre—; que les proporcionara mucha distracción, por eso los domingos los llevaba al Parque Lenin, a la playa, al zoológico; y es verdad, cuando les das más a los muchachos, llega un momento en que no les interesa nada en la vida.

“El dolor que siento por ese salvaje crimen no es solo por mi esposo—tenía 33 años—, es por 73 personas, algunos casi niños. Sinceramente, lloré por todos y me solidarizaba con sus familias”. El dolor se multiplica

“Mientras no se haga justicia, nuestros muertos no van a descansar en paz”, sentencia Asela Álvarez, con el dolor aún cortándole las palabras, y agrega:
“¡Cuántos años hace que estamos llorando y clamando justicia! ¿Dónde está la justicia en Estados Unidos?”

Y como si ni lo pensara, le sale otro dolor: “Quieren soltar a Posada y tienen presos a los Cinco. ¡A Posada Carriles hay que juzgarlo por el crimen de Barbados y por todos los que ha cometido!”
Camilo, el hijo menor de Jesús Rojo, es coordinador del Comité de familiares de las víctimas de la voladura del avión de Cubana de Aviación en Barbados, y asegura: “No tengo sed de venganza, lo que quiero es ver a Posada en un tribunal declarando la verdad y a la justicia imponiéndose a partir de esa verdad.

“El terrorismo nos afecta a todos. He recibido solidaridad hasta de los más reaccionarios, de personas que no están de acuerdo con el proceso revolucionario en Cuba, pero me dicen que están conmigo, porque lamía es la causa de todos.

“Yo estoy luchando porque no se cometan más actos terroristas, porque otros niños no sufran lo que yo sufrí, porque una madre no pierda a su hijo, o un padre a su esposa; y eso mismo que siento yo lo quieren los familiares del 11 de septiembre, que viven en EE.UU., tenemos contactos con ellos y lo sabemos muy bien.

“Admiro mucho a nuestros Cinco Héroes; han sacrificado sus vidas para proteger muchas otras. Si hombres como ellos, en el año 1976, hubieran estado cercanos a estos terroristas, mi padre estaría vivo. Nuestros hermanos están vivos, pero no viven entre sus familiares.

“Hay cosas que el pueblo de Estados Unidos debe saber, necesitamos el respaldo del pueblo norteamericano. Tenemos que demostrarle que hay leyes vigentes, que no se deben violar: el Convenio de Montreal, de 1971, de la Seguridad Aeronáutica, que dice: si una persona atenta contra una aeronave y está en ese Estado, si no lo extradita tiene que juzgarlo.

“Ese convenio se hizo seis años antes del crimen de Barbados, pero le cabe perfectamente a Posada y a Bosch. EE.UU. debe sancionarlos mediante el artículo siete de ese convenio. Tampoco podemos olvidarnos de la Resolución de Naciones Unidas, promovida por el gobierno norteamericano en su llamada lucha contra el terrorismo: el que tenga, el que guarde, el que cuide y proteja a un terrorista es tan terrorista como el propio terrorista.

“Espero que Estados Unidos no viole el Convenio de Caracas, de 19 de enero de 1922, que se ratificó el 15 de febrero de 1923 entre los países de Estados Unidos y Venezuela y es el elemento principal de los venezolanos para presentar la demanda de extradición de Posada, es su arma jurídica. Y si logramos llevar a Posada a un tribunal, tiene que acudir Bosch, quien también se ha confesado autor del sabotaje al avión cubano.

“La lucha contra el terrorismo no tiene nada que ver con la ideología. Es la lucha de todas las personas de buen corazón para que no mueran inocentes. El terrorismo afecta al mundo y si todo el mundo se une, levanta la lucha, la denuncia, habrá una verdadera guerra contra el terrorismo