25 mayo, 2007

Silvio, estoy contigo

Siempre he admirado en los hombres el valor para defender sus verdades. A quienes no enmascaran los sentimientos poniéndole el maquillaje de las buenas formas o el contenido preciso. A quienes incluso, chocando una y otra vez “con la misma piedra” hacen un pacto consigo para dar luz a sus compromisos. A quienes viven reconciliándose con su propia vida a despecho de sus detractores.

Silvio Rodríguez pertenece a esta estirpe. A la de hombres que prefieren disentir a traicionarse, como consta en muchas de sus canciones: “Esta es la vida que me parió/… esta es la sal, querida/ que goza, que sangra, mi amor…

No sorprende su decisión de suspender el concierto en la ciudad chilena de Talca, previsto para el pasado mes de marzo, al conocer los precios que debían pagar por las entradas a un teatro (entre 80 y 110 dólares) con capacidad para mil personas (en una de las ciudades más pobres de Chile), donde una multitud ha esperado años para escucharlo.

Quienes demandaron a Silvio, tratando de ofenderlo o desvirtuar su imagen, parecen desconocer que el creador de La Era está pariendo un corazón, no es una mercancía, y sí un ídolo de muchas generaciones de latinoamericanos, que han coreado sus versos, seguido su música y compartido sus ideales a través de poemas y canciones.

A los que denunciaron a Silvio les salió el tiro por la culata, porque ahora sus seguidores encontraron una vía para patentizar el cariño y la devoción que sienten por el autor de Ojalá y Fusil contra Fusil: en un Encuentro Interzonal de Solidaridad con Cuba, organizaciones chilenas, reunidas en la propia ciudad de Talca, manifestaron que “esperan con ansias el momento en que tu canto para el pueblo llegue a nuestra ciudad convocando a tu familia”.

Y nada estará tan seguro como eso de que Silvio irá a Talca “para hacer el concierto que merecen los que deseaban escucharme y no podían pagar las onerosas entradas. Nada de eso lo haré por penitencia, sino porque mis canciones salieron de un pueblo como ustedes y ver a su familia las completa”.

Merece aplausos y el apoyo de todas las personas honestas del mundo la resolución de quien ha seguido la máxima de cantarles a los pueblos gratuitamente. De ahí que millones de seres tarareen la letra de sus cantos, o se hayan enamorado de Cuba “a través de Silvio Rodríguez” como le sucedió a la doctora María Antonia Ulunque: “Cuando era estudiante de medicina, él fue a cantar a Buenos Aires y justamente sus canciones representaban una esperanza, una inspiración para nosotros”.

Por esa costumbre de cantar en los estadios, en los buques de la marina mercante –una experiencia durante su juventud que le valió más de 60 canciones-, en los teatros gratuitos y en los bien pagados, Silvio conquista corazones; suma colegas a sus cantos, graba discos a beneficio de un hospital infantil; incluye letras de amigos en sus canciones, como hizo con León Gieco y Víctor Heredia, en Cita con ángeles

Respetando su ideología y responsabilizado con ella, hizo una metáfora del último instante de la existencia humana, al expresar “Del vértigo de imágenes de aquel segundo de lucidez, sobrevive un flashazo: las satisfechas máscaras de los que esperaban mi deserción y los serenos rostros de quienes me creían”.

Impredecible, no. Es ríspido, lúcido, talentoso, genial, porque “Esta es la vida que me sorprende… esta es mi cruz y el alimento de mi luz”.

Con motivo de las versiones de cierta prensa que pretende desvirtuar las razones de su negativa a ofrecer el consabido concierto, Silvio dejó claro que “Fuerzas colosales no han podido despojarme de Cuba y nadie me arrancará de Chile”, donde sus admiradores han expresado que esa decisión “abre la posibilidad para que todos, sin distinción de clases ni de ningún tipo, podamos disfrutar de tu canto”.

Por todas estas razones, y porque te he admirado desde siempre, Silvio, estoy contigo, para que no hagas de tu icono pedazos, para salvarte entre únicos e impares. “Será que la necedad parió conmigo, la necedad de lo que hoy resulta necio: la necedad de asumir al enemigo, la necedad de vivir sin tener precio”.

18 mayo, 2007

La agroecología me abrió el corazón


“Soy un pobre rico, tengo el 90% de todo lo que necesito. Vivo en la finca agroecológica con una mujer que me sigue y unos hijos que me apoyan. Esta fuerza es mi riqueza; el poder de la persistencia, del amor, de la bondad, de la interrelación de las cosas. Es mucho más de lo que se puede comprar con el otro 10%, que es el dinero.”

José Antonio Casimiro González tiene una filosofía muy especial de la vida, y le va saliendo bien. Hace alrededor de 14 años optó por recuperar la finca de su padre, en las inmediaciones del poblado de Taguasco, en Sancti Spíritus, y con sus “inventos”, experimentos y resultados consiguió situarse a la vanguardia del movimiento agroecológico.

“Yo me aferro a la idea de que se puede hacer esta agricultura, porque depende de todo lo que hay en Cuba: viento para halar el agua y corrientes superficiales para bombearla con los arietes; el estiércol de la vaca, que nos da el fertilizante y el gas; la leña, para cocinar; los motores, que son los bueyes…

“Si viene un ciclón bombearemos agua con los arietes, comeremos pescado del estanque, yuca, malanga… y las vacas van a dar más leche. Pero si tuviera toda la finca sembrada de plátano y pasara un ciclón o una sequía muy grande, se iba a bolina. La variedad de cultivos y la cría de diferentes especies animales es la base de la sostenibilidad, esa depende de nosotros.

“Y ni hablar de los sistemas fotovoltaicos. Cuba es una potencia en sol. Vamos a suponer que no hay electricidad ni viento. Hay sistemas—pienso instalarlos—, que bombean 272 litros de agua por minuto, tienen 90 Watts de potencia, y cuando comienza a salir el sol ya están trabajando.

“Me desilusioné de la agricultura convencional apenas comencé.

Me sentí como un náufrago en una isla; veía señales, pero tan lejanas que parecían nubes. Hasta que llegaron unos viejitos a mi casa, tan locos como yo, quienes también creían que la naturaleza le ofrece al hombre lo inimaginable en bienes y recursos. La agroecología me abrió el corazón.”

Necesario un empujón

“Esta agricultura más artesanal, que se hace fuerte al contar con la familia en la finca los 365 días del año, necesita un empujón. Las ideas han prendido, pero llegan a un tope. No hay una infraestructura de la tecnología para fabricar arietes hidráulicos, digestores de biogás, bombas vaqueras ni el arado multiuso que yo mismo inventé.

“No hay un acopio que te compre un producto ecológico, alguien que lo certifique; por ejemplo, la leche ecológica debería tener un precio por encima de la otra; yo puedo llevar al mercado el mejor plátano ecológico del mundo, más pequeño y más sabroso, pero tengo que competir con otro que pesa mucho más.

“Sueño con el rescate de oficios como los herreros, los desmochadores de palma, los que hacen yugos, y que ganen por eso. Los agricultores, buscando mejor vida para sus hijos, emigran al pueblo, pero todavía Cuba tiene gente preparada, de mi generación, que se criaron y sienten nostalgia por el campo. ¿Cómo los regresas?: dignificando el trabajo agrícola.

“Cuando vinimos para esta finca teníamos muchos problemas, y he tenido que priorizar. Mileidy —la esposa— quiere una taza sanitaria y sábanas nuevas. Le dije: ‘este va a ser un lugar modesto, bonito y limpio’, pero lo primero que dije fue ‘conmigo no cuenten para ilegalidades’, y tengo un prestigio que no lo cambio por nada material. No estoy pensando en hacerme millonario”.

Cuando Casimiro, su esposa y sus hijos Leidy, José Antonio y Chaveli optaron por la finca, las cosas se habían hecho tan mal que ya la naturaleza no admitía más descuidos. El suelo estaba degradado y estéril, abundaba el marabú y escaseaban la sombra y las frutas.

Hoy el paisaje es espléndido. Hay sosiego sobre cada palmo de tierra, que comparten el ganado, las aves, los conejos, los peces, los cultivos, los árboles, el estanque, y la casa en ciernes.

“Y no digo que voy a resolver todo lo que la agricultura convencional destruyó en el mundo, pero se precisa de esta otra: la de muchos poquitos, con la máxima eficiencia. Y si un día descubren que todo nuestro suelo son minas de oro, seguirán haciendo falta los guajiros, para cuidar de la biodiversidad”.

01 mayo, 2007

A punto de terminar colecta de bronce para monumento al Che

Desde hace varios meses un grupo de jóvenes argentinos tiene la iniciativa de construir un monumento al Comandante Ernesto Guevara de la Serna, en la ciudad de Rosario. Para ello están a punto de terminar una colecta de bronce, metal con el que se hará la estatua.
Hasta el próximo jueves 14 de junio estará abierta la convocatoria para la recolección del valioso metal, pues según informó el artista plástico y encargado del proyecto, Andrés Zerneri, falta muy poco para completar la cantidad necesaria de la materia prima.
Más de 14 mil 200 personas han aportado a la colecta para el monumento, un proyecto que ha alcanzado repercusión en todo el mundo por su carácter solidario, colectivo e histórico.

Los progenitores de esta obra, solicitan a cada persona de las que aún no ha hecho llegar su pedazo de bronce, por pequeño que sea, que se apresuren para dar su contribución a la actual escultura de cuatro metros de alto que se esculpe en un taller de la ciudad de Palermo Viejo, en Argentina.
Los organizadores esperan convocar un gran acto de inauguración el sábado 14 de junio del 2008, en Rosario, para celebrar el 80 cumpleaños del Che Guevara y el nacimiento de la obra que se está construyendo.
Y tiene una premisa esencial: no aceptar donaciones de ningún tipo de empresas ni de organismos del Estado, que sólo participará en las tareas de emplazamiento una vez terminado.