30 agosto, 2012

La joya de La Altabana

Ana Margarita González He descubierto una joya muy cerca de mi hogar. Tiene más valor que el diamante, que es, en la actualidad, la más preciada del mundo. No hay dinero para pagarla, aunque sí se ha invertido mucho para crearla, para moldearla. Sabía de su existencia, mas a propósito de mi nieta, que está por nacer, descubrí que en el Cardiocentro Pediátrico William Soler, ubicado en la populosa Calle Cien, de La Habana, se hacen diagnósticos de altos quilates y no se cobra nada a quienes se les da el servicio Hay infinidad de dineros invertidos en equipos, tecnologías, instalaciones, en programas para extender los servicios a todo el país, en pagar el salario de los trabajadores, pero a los niños y padres que van buscando los servicios no se les cobra nada. Quizás la mayor cantidad de dinero para moldear esta joya se haya invertido en la capacitación de los profesionales. Mujeres y hombres de altísimo nivel científico que son capaces de decirle a una madre lo bien que está su bebé en su vientre, o los problemas que puedan tener antes de nacer o después del alumbramiento. Son personas con un altísimo humanismo, que disfrutan su trabajo y valoran el sentimiento ajeno. Son enfermeras y médicos que reciben, con el mayor agrado del mundo, el mejor regalo que ellos tienen la sonrisa de una madre y de un niño feliz. Esa sonrisa, tampoco tiene precio y hay cómo pagarla. Nota: El cardiocentro pediátrico William Soler es de referencia nacional para el diagnóstico y tratamiento de las cardiopatías congénitas y satisface las expectativas de científicos, padres y familiares, quienes conocen con tiempo suficiente la salud del bebé y pueden adoptar decisiones sobre el embarazo o los procederes después del parto. El “milagro” salvador es la ecocardiografía que, según el Dr. Andrés Savío Benavides, pionero de esta técnica en Cuba, es insustituible para identificar las estructuras cardiacas y analizar la fisiología fetal. Ese diagnóstico aporta información genética, anatómica, bioquímica y fisiológica acerca del feto, y hasta el momento no existe ninguna otra prueba capaz de definir una cardiopatía congénita.