Mario Rodríguez Rodríguez es de esos hombres que saben contar anécdotas, llevándote junto a él a los escenarios de los hechos. Locuaz, gesticulador, con una extraordinaria viveza en su mirada, en una sobremesa, trasladó a sus interlocutores hasta Yaguajay en un reencuentro con el legendario Camilo Cienfuegos Gorriarán, cuando este 28 de octubre se cumplen 49 años de su desaparición física.
Integrante de la columna de milicianos que dirigía el comandante Félix Torres y operaba en la zona norte de la antigua provincia de Las Villas, Mario sintió, como muchos de sus compañeros, cierto recelo por aquellos barbudos que “habían invadido su territorio” con la misión expresa de reforzar las acciones en el centro en la lucha por la liberación definitiva.
“Camilo, con la Columna 2, llegó hasta un lugar próximo a Juan Francisco –donde luego estableció su comandancia general- el 7 de octubre de 1958, y se fue haciendo una leyenda entre los campesinos y milicianos; muchos querían imitarlo, caminar igual que él…”, recuerda Mario.
“Estaba en Juan Francisco una noche – el 14 o el 15 de octubre de ese mismo año-, y se organizó un evento deportivo en la casa del campesino Tomasito Álvarez. Era de boxeo y nos enfrentaríamos milicianos contra rebeldes.
“Cuando me tocó el turno subí al improvisado escenario y comenzamos la pelea. El contrario me daba golpes fuertes y yo también le pegaba lo más duro posible, entramos en calor, hasta que transcurridos unos minutos del público surgió una voz que dijo: `Camilo te estás dejando dar de un miliciano`.
“Yo me quería morir, me aflojé, bajé la guardia, y él continúo dándome por debajo, golpes fuertes, pero cariñosamente. En un momento se acercó bastante y me dijo bajito: `Sé que tú no sabías quien yo era`. Y así fue, boxeé con él, sin saber que era Camilo”.
Mario hace una pausa. Sus ojos se iluminan como si llevaran dentro todas esas vivencias y algunas de sus añoranzas. Acomoda su sombrero en la rodilla y cuando le pido las tres cualidades que más sobresalían en el comandante guerrillero, habla de
Camilo como uno de los líderes revolucionarios que más ha admirado en su vida.
“Camilo era muy humilde, carismático, burlón, le gustaba la jarana sana. Recto, exigente y valiente como pocos para enfrentarse al peligro o al enemigo. Y sobre todo lo distinguió el amor que sentía por el resto de las personas.
“Nunca vi al Che y a Camilo juntos, aunque supe de muchas anécdotas de sus encuentros. Por ejemplo, de cuando Camilo fue al Pedrero –en las estribaciones del Escambray- para ver al Che, pero estaban cercados y le entró por la retaguardia al ejército de Batista.
“Fue el 19 de diciembre de 1958. Camilo había tomado a Zulueta y con el Che iba a trazar la estrategia de Yaguajay. Supe que jugaban mucho entre ellos y que Camilo siempre le estaba haciendo bromas para provocarlo. Al Che lo vi pocas veces, y confieso que le huía, era un hombre muy serio, me inspiraba mucho respeto”.
Por un momento, Mario se pone triste como si no quisiera recordar lo inevitable: “Aquel día yo estaba en un recorrido por los mares del norte. Pertenecía al Primer Cuerpo de Seguridad del Regimiento Leoncio Vidal, y escuchamos la noticia de la desaparición del avión en que viajaba Camilo.
“Regresamos a Santa Clara, no nos dejamos confundir por el enemigo, que trató de distorsionar la verdad. Se confirmó la noticia de su pérdida, de aquel hombre hecho leyenda, quien se había convertido ya en el Héroe de Yaguajay. Aún guardo en mi memoria la imagen del pueblo: todos estábamos llorando a Camilo”.
1 comentario:
“Súbito pássaro
dentro dos muros
caído,
pálido barco
na onda serena
chegado.
Noite sem braços!
Cálido sangue
corrido.
E imensamente
o navegante
mudado.
Seus olhos densos
apenas sabem
ter sido.
Seu lábio leva
um outro nome
mandado.
Súbito pássaro
por altas nuvens
bebido.
Pálido barco
nas flores quietas
quebrado.
Nunca jamais
e para sempre
perdido
o eco do corpo
no próprio vento
pregado.”
(Cecília Meireles)
Abraços...
www.nogueirajr.blogspot.com
Publicar un comentario