Canto y llanto de la tierra: nuestra primera victoria. Un cierre de lujo para el desfile popular. Las banderas cubanas desplegadas, las palomas levantando vuelo, los helicópteros, la gente como en cámara lenta…
A las 10,38 minutos, los últimos cubanos surcaban la amplia avenida, frente a Martí, al Che, a Camilo, a Raúl. Por allí andaban, con paso firme, Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René, cinco cubanos que no pierden oportunidad para estar en sus plazas, en sus calles, con su pueblo.
Fue impresionante, y a la vez que miraba el cierre, que mi corazón latía más apresurado, respondía a sarcasmos y agresiones llegados vía internet, una manera fácil para defender nuestro proceso económico y social. Uno dice que los cubanos fueron a la Plaza obligados y solo le pregunté ¿cuántos hombres deberá tener un ejército para llevar a la Plaza a casi un millón de cubanos?
Qué ejército puede parar a los jóvenes que estuvieron toda la noche esperando el comienzo del desfile. También cuestionan la lentitud de nuestra señal, acaso el bloqueo tendrá algún efecto sobre eso. Otros criterios no quiere ni mencionarlos, me sobran la espontaneidad, el júbilo y la alegría que vi entre los jóvenes, en los niños, en los veteranos.
Fue un cierre de lujo. Y desde ya estoy preparada y anhelante para el Primero de Mayo, cuando Cuba se estremecerá de nuevo en la Plaza.
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