El férreo bloqueo económico, comercial y financiero que mantiene por más de 45 años Estados Unidos contra Cuba, ha convertido a los agricultores del patio en garantes de la seguridad alimentaria nacional.
Este sector de la economía se ha visto desvinculada también de los programas de intercambio que se realizaban con los países del ex campo socialista, por lo que la Isla ha tenido que “apretarse el cinturón”, para garantizar los niveles de proteínas y calorías que requiere una población que supera los once millones de habitantes.
La introducción de novedosas tecnologías, más eficaces y ahorradoras que algunas de las que se usaban con anterioridad, y la aplicación de bioplaguicidas, biofertilizantes y la tracción animal para el cultivo de algunas especies de vegetales, permiten a la agricultura cubana mayores cosechas que hace una década atrás.
A ello se suma la adopción de nuevas estructuras administrativas en el campo, y sistemas de estimulación a los hombres, como son la creación de las Unidades Básicas de Producción Cooperativas (UBPC) en las áreas estatales, y el pago del salario por los resultados finales de la producción. Donde se han creado las UBPC, se entrega la tierra a los trabajadores en calidad de usufructuarios, una empresa estatal acopia los frutos de las cosechas y los beneficios económicos se retribuyen entre el desarrollo de la entidad y los hombres.
La otra parte de la producción –muy importante- la aportan los campesinos propietarios de sus tierras, que en su mayoría están agrupados en cooperativas. La producción también se entrega al Estado para su posterior distribución, mientras las ganancias constituyen parte del patrimonio de los campesinos, que se completa con animales y medios de trabajo.
La agricultura urbana, una modalidad introducida desde los países asiáticos ha sido un modelo de mucho éxito en la producción agrícola en la mayor de las Antillas, pues las principales verduras, hortalizas y plantas medicinales se cultivan en organopónicos y parcelas que están dentro de las ciudades.
Tiene la ventaja de que los vegetales se consumen muy frescos y se emplea fuerza de trabajo que fue desplazada durante la crisis económica de fábricas y centros productivos. Esta modalidad agrícola empleó a más de 36 mil obreros, siendo una de las fórmulas que contribuyeron para que Cuba hoy se enorgullezca de tener una de las menores tasas de desempleo de todo el mundo.
Actualmente, Cuba produce las mayores cantidades de viandas, hortalizas y granos con la mitad del combustible y los fertilizantes que lo hacía en la década del 80, situación que está determinada por los altos precios de estos insumos en el mercado mundial y la imposibilidad de adquirirlos en el norteamericano, lo que evitaría pagar altos precios por el traslado de las mercancías hasta la isla.
Los resultados productivos han sido menos viables en la rama de la ganadería, donde la falta de piensos y combustibles limita la reproducción de los rebaños, la ceba y la producción lechera, fundamentalmente.
Para citar solo un ejemplo de las implicaciones negativas en términos económicos que tiene el bloqueo norteamericano sobre este sector, baste decir que las afectaciones por las limitaciones de los cobros y pagos en USD por parte de Cuba y la imposibilidad de utilizar el Sistema Bancario del país norteño provocan pérdidas económicas en el último año del orden del 8% del total de operaciones del sistema del Ministerio de la Agricultura
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