30 noviembre, 2005

La historia que me ha tocado vivir


Foto: EDDY MARTIN
“Una vez sentí que alguien me tocó el pelo mientras cocinaba. Sentí las manos de Gerardo. Otro día tuve un sueño bellísimo con él, me dio mucha vitalidad, y cuando le comenté esos dos momentos, a él le habían sucedido cosas parecidas en la prisión. Habíamos soñado cosas diferentes, pero con la misma base, que era el reencuentro. Son cosas que te conmueven o te estremecen, pero estás consciente de que ambos seres están vivos, de que ese amor está vivo”.

Los ojos de Adriana Pérez se humedecen cuando revive esos sueños, por más que Gerardo le pide como único regalo “no estés triste, no te dejes caer, porque aunque el día sea cabrón para nosotros hay que buscar la parte positiva”.

“Yo extraño todo de Gerardo, pero hay dos cosas muy grandes: el beso en la frente y su sonrisa. No he aprendido a vivir sin eso”.

¿Cómo es tu relación con él?

“Me cuesta trabajo definirla. Tratamos de hacerla normal a pesar de la lejanía, mantener las ilusiones, los planes, contarnos todos los detalles de nuestras vidas. Vivo en función de su regreso, y aunque sepamos que puede estar lejos, o quizás la vida nos sorprenda y esté más cerca de lo que pensamos, la propia situación legal hace que esta relación se mantenga viva, no sólo por el recuerdo sino también para el futuro.

“No es lo mismo cuando uno de los dos está molesto por algo, o estamos viviendo un momento difícil como el actual, por la espera del resultado de la apelación. Eso mantiene los nervios en un desequilibrio constante, pero no faltan una carta, una postal, una palabra de aliento, un regaño, una crítica...

¿Ustedes se ponen bravos?

Claro. Las personas idealizan a los héroes, pero ellos son seres humanos, hombres con defectos y virtudes, con esposas que también tienen defectos y virtudes, y una relación por muy armoniosa que sea siempre conlleva diferencia de criterios. Cada uno defiende su punto de vista sin que eso nos lleve a un abismo.

¿Recuerdas la última vez que te regañó?

Hace un par de días. Yo consideré que no me merecía este último regaño: él me pidió que llamara por teléfono a una anciana de Cienfuegos que le escribe, y le dijera que le había enviado dos o tres cartas con una fotografía para, si demoraban, que supiera que estaban en camino, porque quería saber si la correspondencia que le mandaba le estaba llegando...

“Yo no pude comunicarme con la señora y le mandé el recado con otras amigas de Gerardo que sí reciben la correspondencia. Yo tuve muchas cosas más que hacer y no volví a llamarla, y Gerardo recibió una carta de ella donde se quejaba, pues a pesar de escribirle con mucha dificultad a causa de la artritis de sus manos, no había recibido respuesta.

“Gerardo me reclamó porque él había tenido la precaución de no lastimar a esa señora, me había rogado que la llamara. Primero me sentí dolida, luego entendí que él está muy lejos para hacerle llegar a esa anciana todo el cariño y el afecto que siente por ella. Me utilizó de puente y le fallé. Me decía en una carta: ‘no te estoy descargando, simplemente te estoy comentando lo que yo sentí, y siempre se puede más’. Gerardo me regaña porque me ha tratado como una niña siempre y yo lo trato a él igual”.

¿Cómo te llegan tantas muestras de solidaridad?

“Me llegan de muchas maneras, pero la espontánea, esa que recibo de la gente en la calle, de alguien que me reconoce al pasar y se acerca a mí con alguna muestra de entrega, con un gesto, una mirada, un beso, un abrazo... o quienes te dicen ‘sentimos mucho lo que están pasando’, ‘estamos orando por ustedes’, ‘confiamos en que van a tener hijos’, ‘yo tengo nietos que podrían ser como sus hijos’ hacen que por momentos las lágrimas me broten. Esos gestos llegan muy hondo”.

Tantas actividades juntas, ¿...?

He tenido que aprender a vivir con todas las responsabilidades, los deberes y con esta parte de la historia que
me ha tocado vivir. No estoy adaptada a la vida pública, a llevar la condición que el pueblo me ha dado. Tengo la ventaja de recibir todo ese apoyo, de demostrárselo a Gerardo, a cualquiera del resto de los familiares y eso es una bendición, no nos queda otra alternativa, porque el Gobierno de Estados Unidos nos obligó a ser voceros de la causa de los Cinco. Entonces, echas atrás todo lo que pueda representar cansancio, agobio, tormento,...”

¿Y tu vida laboral?

“Mi vida laboral es un conflicto, quisiera dar mucho más de lo que doy, pero tengo que llevar todo a la vez, es una limitación temporal y mis compañeros lo saben, me apoyan y tienen todo mi reconocimiento.

¿Recuerdas el último día que viste a Gerardo?

“Yo sabía que se iba de viaje de trabajo, nunca pensé que esa era la última vez por un largo tiempo. No lo puedo olvidar: “fue la última vez que nos miramos, el último beso, el último abrazo. Gerardo siempre me decía ‘vamos a vivir el día como si fuera el último’, y eso nos enseñó a aprovecharlo todo, por mínimo que fuera. Su intención era que yo lo tuviera presente en cada momento de mi vida, y así es”.

¿es celoso?

“Muchísimo. Más que celoso es posesivo, sin que conlleve una crisis. Tiene mucha confianza, pero no concibe nada que pueda rozarme sin que él esté consciente, cada detalle de mi vida, de mis pasos, porque es la forma de estar presente.

“Él me dice: ‘tu eres mi reina, mi niña, mi mujer, mi bonsai’, pero a veces yo protesto y él riposta, ‘si no te puedo llamar mi reina, ni mi niña, ni mi mujer, cómo te llamo entonces, chica’. Todo es en broma, pero no hay duda de que yo soy de Gerardo, como Gerardo es mío.”

¿Cómo eludes que un hombre te enamore, que te digan piropos...?

“No creo que me miren con otros ojos que con los de admirar a alguien que dedica su vida a un hombre. No es sólo el respeto por mí, es el respeto a Gerardo. No te puedo negar que en algún momento escucho un elogio, una exclamación, pero siempre hay alguien que dice: ‘es la esposa del héroe, de uno de los héroes.”

¿Y los hijos?

“Nuestra relación se ha alimentado de muchas cosas buenas. Gerardo no se alejó de mí porque quisiera, se alejó por ese gran amor que siente por la humanidad. Era sacrificar un amor por un gran amor, del que también yo soy parte.

“Conservamos una esperanza en la apelación de Atlanta y que todavía yo esté apta para asumir una maternidad, confiamos en que eso pueda ser de manera natural... Otra decisión habría que tomarla en un momento determinado y la afrontaremos.

“Lee, mira lo que Gerardo me dice: ‘Lo nuestro se va a resolver, no sabemos cuando, pero si tú decidiste seguir montada en la bicicleta, mientras no decidas bajarte, tienes que darle a los pedales y tratar de ver lo bonito del paisaje... no vamos a ser el único matrimonio que no tenga hijos y no por eso dejaremos de ser felices’. “

¿Y si Gerardo entra ahora por la puerta?

“Soy una persona muy optimista, pero no dejo de ser realista. Esa es una de las cosas que trato de no soñar. Yo no sueño con el encuentro, yo quiero vivir el encuentro tal y como suceda.

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