15 enero, 2006

El águila sigue al acecho


Revelaciones de un ex agente de la Fundación Nacional Cubano Americana sobre el terrorista Luis Posada Carriles. Espías y agentes, categorías bien distintas para quien apostó por Cuba hace casi 40 años

“Yo sentía sobre mí la mirada fría, expectante, calculadora, como evaluándome, midiéndome. Se colocó en un plano distante, observando muy bien cómo yo me proyectaba..., intervino en dos o tres oportunidades sólo para calzar las explicaciones técnicas sobre el manejo de los explosivos..., era como un águila al acecho.”
Percy Francisco Alvarado Godoy, el agente Fraile para la Seguridad del Estado cubano, revive aquellas dos horas de la noche del 23 de noviembre de 1994, cuando fue contactado por dos personas desconocidas en una habitación del hotel Camino Real, de Guatemala. Había viajado a su país de origen por indicaciones de Pepe Hernández, presidente de la Fundación Nacional Cubano Americana, para entrenarse en el manejo de los artefactos que “colocaría” en objetivos turísticos de La Habana y Varadero.
“Yo no los conocía personalmente. Uno era afable, campechano, extrovertido, y se hizo llamar Pumarejo. Le dije: ¿Pumarejo como Gaspar?, Sí, como Gaspar. El otro nunca dijo su nombre, pero tuve una sospecha. Ese tenía una cicatriz en la parte derecha de la cara, era encorvado, pelicanoso, con dificultades para hablar, gangoso,... saltaba a la legua que era Luis Posada Carriles.
“Se confirmó mucho después, en La Habana, cuando vimos los retratos hablados y las fichas, y pude identificar perfectamente a Posada y a Gaspar Jiménez Escobedo.
“Me entró una desazón y una rabia, por el hecho de que había tenido ante mí a asesinos de esa envergadura y no pude hacer nada.”
Se mostró imperturbable. La serenidad, el aplomo y la firmeza forjadas en sus años de convivencia con el enemigo frenó la violencia, el golpe en la pared, la mala palabra, pero nació en él un sentimiento de alerta. “La decisión de hacer algo contra Posada nunca fue mía.
“Mucha gente me ha preguntado por qué no lo han matado y les explico que Cuba, en ningún momento, ha utilizado el asesinato político”.
ENTRENAMIENTO PARA MATAR
Percy, el agente 44 para la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), se percató en aquella reunión de que esos hombres operaban igual que los oficiales de la Fundación que lo atendían. Era el mismo estilo de los contactos habituales con Alfredo Domingo Otero y Pepe Hernández. “Otero era el hombre expresivo, hablador, abierto, extrovertido, muy dado al cubaneo, mientras que Pepe se dedicaba a observar, a analizar, hablaba poco, salvo en los casos en que me pedía la rendición de cuenta de una tarea o para felicitarme cuando salía bien.
“Esa misma actitud de la pareja, el bueno y el malo, la usaron Gaspar y Posada. El último era retraído, igual que Pepe, muy parecido en cuanto a su proyección, a su forma de vincularse conmigo, mientras que Gaspar y Otero eran diferentes.”
Aquellas dos horas con el enemigo fueron también el comienzo de un entrenamiento para matar.
“Trajeron unas bolsas plásticas donde había un reloj negro analógico, unas baterías y el cableado. Me indicaron el procedimiento para manipular los explosivos y quedaron en que al día siguiente me los iban a llevar camuflados para trasladarlos a La Habana.
“Se aparecieron al día siguiente con dos pomos, uno de champú y otro de acondicionador y me dijeron que lo que yo iba a transportar era una fórmula líquida, que no me preocupara, que esto no iba a causar daño a ninguna persona, que era solamente para asustar turistas.
“En Cuba, cuando los especialistas lo analizaron, supimos que traía 900 gramos de C4, 450 en cada pomo. Dado el poder explosivo de esa carga, si se hubiera colocado en el lugar que previamente habíamos acordado con Pepe Hernández, habrían muerto 200 ó 300 personas.”
En el cabaret Tropicana, escondido entre arecas, en un espacio muy próximo a la orquesta y a los turistas, Percy Alvarado debió colocar la carga explosiva que le entregaron unos días antes del 29 de noviembre de 1994, fecha escogida para el atentado.
La mente entrenada del agente Fraile captó otro momento importante del segundo encuentro: “cuando ellos me entregaron un juego de plumones en los que estaban embutidos los detonadores, pregunté si era posible que pudieran explotar y Posada me comentó que me descuidara, que no iba a pasar absolutamente nada, que se habían preparado adecuadamente.
“Cierto, la protección era la adecuada, sólo habría peligro en caso de una descompresión del avión. Si hubiera explotado habría perdido el torso completo, eso demostró, que en esa oportunidad, Posada no estaba interesado en volar el avión que me traería a La Habana, sino en cumplir las orientaciones de la FNCA.”
Además de asesino, tiene otras valoraciones sobre Posada. ¿Lo odia?
“No lo odio ni desprecio, Posada Carriles para mí, aparte de asesino, ha sido un oportunista, ha sabido estar en los lugares que le han reportado más utilidad para exacerbar su ego, para obtener dividendos económicos. Está demostrado que la Fundación lo ha mantenido económicamente, le ha dado dinero para cumplir misiones y una gran parte de ese dinero ha ido a parar a sus bolsillos.
“Es un individuo con un marcado afán de protagonismo, no le importa lo que tenga que hacer para lograrlo, incluso matar. Por eso digo que hay exacerbación de su ego. Quien planifica el asesinato de 73 inocentes en un avión, de cientos de estudiantes panameños, por el odio acérrimo que le tiene a Fidel; de turistas en hoteles cubanos y en Tropicana, es un individuo carente de sensibilidad humana. No pueden amar el arte como proclaman él y Bosch, quienes son capaces de asesinar a mansalva...
“Más que odio y desprecio, el sentimiento que aflora en mí es la convicción de que tenemos que hacer todo lo humanamente posible por evitar que hombres como estos logren su objetivo.
“Odiar al enemigo demerita al soldado. Solo el adecuado análisis de la estatura moral de un enemigo permite saber con qué intensidad se puede combatir o no, y personas como ellos dos, por citar algunos, merecen de nosotros una combatividad incansable.”
¿Nunca más volvió a ver a Posada Carriles?
“No, nunca más.”
Los contactos que Percy sostuvo con Luis Posada Carriles y Gaspar Jiménez Escobedo demostraron, “por primera vez previamente documentado, la existencia de vínculos entre la FNCA y su brazo secreto con la red de terroristas de origen cubano asentados en Centroamérica”, y que salió a la palestra el 13 de mayo de 1998, con la entrevista concedida por Posada a The New York Times.
PERCY REGRESA A CUBA
Fue el 5 de agosto de 1998, aproximadamente un mes antes de que capturaran a los Cinco. Terminaba el trabajo activo del agente Fraile, de la Seguridad cubana, en un momento de plenitud, cuando había acumulado 22 años de experiencias, mantenía discretos vínculos con la FNCA, y era el agente Máximo Gómez, de la organización contrarrevolucionaria Cuba Independiente y Democrática, dirigida por Huber Matos. Fue una decisión política.
“Más que todo, fue la necesidad de denunciar el terrorismo contra Cuba. Unos meses antes había venido una delegación del FBI, se le había entregado información sobre este tipo de acciones, y también se había dado el conflicto entre la Fundación y The New York Times, a partir de la mencionada entrevista que le concedió Posada, en la que reconoció públicamente que Mas Canosa, el entonces chairman de la FNCA, financiaba sus actividades terroristas.
“Yo no sabía que me iban a quemar, tenía mi rutina: llegaba de Nassau me tomaba mi Bacardí en Bahamas, confraternizaba con algunos de los cubanos y puertoriqueños que viajaban por ahí, venía ese día como un viaje más a La Habana, pero en el mismo avión empecé a ´oler´ que algo pasaba.”
Cuando llegó al aeropuerto, dos oficiales de la Seguridad esperaban a Fraile: “me di cuenta que se había tomado la decisión definitiva. Fue el día más difícil de mi vida. Me había acostumbrado a esa vida, tenía plena convicción de lo que estaba haciendo. Lloré de una honda tristeza, pero tenía que obedecer.
“En ese momento me dijeron que tenía que entrevistarme con un periodista norteamericano, decirle todo sobre mi vida de agente, sin restricciones”. El 13 de agosto de 1998 Percy Alvarado concedió la entrevista el periodista Tim Golden. “Le entregué toda mi documentación de Miami. Después supimos que Golden traicionó, no sólo a la fuente, sino también a la opinión pública norteamericana, porque le ocultó verdades tangibles sobre la situación de Cuba; traicionó a los muertos, a la gente que confió en él y a su periódico.
Por todas sus vivencias el caso de los Cinco le resulta muy cercano. “Ellos estaban en la misma trinchera, y me han hecho enorgullecerme más del trabajo que realicé, sentirme más digno, saber que conmigo combatieron, aun sin conocerme, gente de esa estatura humana y de esas convicciones.
“Nunca me pregunté qué hubiera pasado si me hubieran capturado. Tengo la certeza de que no hubiera corrido la suerte de ellos. Me habrían matado.
“Conozco de los Cinco antes que el pueblo cubano. Un día se tomó la decisión de que yo fuera testigo del juicio por deposición, aquí en La Habana. Tuve la oportunidad de denunciar el terrorismo contra Cuba, vindicar la labor de nuestros hermanos. La Fiscalía fue muy agresiva tratando de demeritarme, pero al final se dieron cuenta de que nuestras motivaciones no son económicas, fueron convicciones, y eso también lo dice René en su diario.
“Ese proceso me acercó mucho más a los Cinco. A partir de ahí me he dedicado a hacer todo lo posible por su causa. La situación de los Cinco se ha convertido en una bandera que ondea muy dignamente en nuestros reclamos.
“Ahora puede decirse que ni ellos mismos tienen plena conciencia de lo que han contribuido a elevar el nivel revolucionario de nuestro pueblo. Con su ejemplo, con su dignidad han servido para dignificar y vindicar la labor de cientos de compañeros anónimos que han muerto en este combate.
“Y se está cometiendo una gran injusticia con mis compañeros. Para los norteamericanos, para el gobierno de ese país, la muestra más evidente de la inconsistencia de su concepción antiterrorista está en cómo los Cinco permanecen prisioneros, mientras están a punto de soltar a Posada Carriles.”
Temeridad y riesgo. Valor y desamor. Frialdad y sensibilidad. Vida o muerte. Su vida está marcada por estas experiencias. ¿Pudiera definir la diferencia entre espía y agente?
“El espía trabaja para cualquiera que le pague bien, el agente tiene bien claro cuál es la importancia de su trabajo; el espía mide lo que cobra, el agente mide lo que da; al espía no le interesa más que el dinero, al agente le interesa evitar daños a su pueblo. Eso es lo que hace que el espía sea muy frágil ante la presión, el agente se fortalece ante las dificultades por la convicción de lo que hace.”

A PURO GOLPE
“Nunca tuve el menor entrenamiento, yo no sabía disparar, nunca me he fajado con nadie a los piñazos, la idea del agente de la seguridad, del tipo duro que se ha estereotipado no va conmigo. Todo estribaba en desarrollar habilidades: saber memorizar, saber escuchar, capacidad de desdoblamiento, cualquiera supone que todo lo que se sabe no es todo lo que ocurre.”
Percy Alvarado se ha convertido en un prolífero escritor: “Escribo desde la vivencia, y el terrorismo es el tema que más me ha motivado. He visto lo que hacen los terroristas, conozco la calaña de esa gente, el peligro que constituyen”.
¿Cómo se hizo cubano y revolucionario?
“Les voy a confesar cosas que no he dicho todavía: Yo alfabeticé en Cuba con 11 años, fue tal vez fue mi primer aporte a la Revolución. Después recogí café, fui a las escuelas, como todos los muchachos, pero me sentí más cubano que nunca esa noche, tendría 18 años. “Venía caminando con una novia por la Calle 60 para abajo, salíamos de una fiesta. Oímos que Fidel estaba hablando y dio la noticia de la muerte del Che. Empecé a llorar, a lágrima viva, fue un dolor indescriptible, y me dije que iba a ser todo lo posible, no por parecerme a él, sino hacer en todo lo posible lo que hizo él. Ese fue el momento en que aposté por Cuba.
“Mis hermanos, mis amigos se fueron; unos a vivir a otros países, otros a combatir en la guerrilla y yo me quedé. Me quedé, y la distancia entre el momento que lloré la muerte del Che y el ingreso a los Órganos de la Seguridad fueron 10 años.
“El día que hice el juramento supe que al decidir ser agente de la Seguridad cubana, de hecho estaba aceptando ser un agente de la seguridad latinoamericana, estaba haciéndolo también por mi país.
“Tal vez lo más duro fue cuando me dijeron que tenía que empezar a cambiar mi forma de ser.
“Era profesor en la Lenin, luego en la escuela de cuadros del Ministerio del Azúcar, secretario general de mi sección sindical, presidente de mi CDR, secretario del Comité Internacional de Solidaridad con Cuba... empezar a cambiar... lo más interesante es que aposté por Cuba y no la traicioné.”
¿Cuál fue el momento de mayor riesgo?
“No se miden esos momentos. Cuando te metes en este trabajo, todos los momentos son de riesgos, porque el enemigo te puede descubrir y te desaparecen, a veces los oficiales perciben esos momentos más que uno mismo.
“Volver a Miami sin que hubieran detonado las bombas en Tropicana el 29 de noviembre de 1994... volver a fajarme con la gente de la Fundación... Ese fue un momento de mucho peligro.”

Esta entrevista se realizó de manera conjunta con el periodista Rafael Hojas Martínez

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