07 mayo, 2006

Con la fuerza del corazón


Ni el encierro ni la crueldad impedirán la sonrisa

Dos hechos confluyen en la vida de Irma González Salanueva: los estudios universitarios en la especialidad de Psicología y su protagonismo en la lucha por el regreso de los Cinco. Cómo reparte su tiempo, a sabiendas de que aspira a ser una excelente profesional, fue la primera pregunta periodística.

“Para defender a mi papá no tengo que prepararme, él está en mi corazón y en mi racionalidad. No hace falta prepararse para hablar de algo que llega tan hondo: lo que ha sufrido el pueblo de Cuba y mi familia. Decimos la verdad con la fuerza del corazón.

“Mi papá me lo dice, ´estudiar es tu deber para ser útil a tu país´. Dedico las horas necesarias a mis estudios… muchas cosas las aplazo, las actividades por la liberación de los Cinco las equilibro. Mientras estoy en la escuela cumplo mis deberes y no me permitiría, no por mi papá sino por mí, dejar de hacer algo poniendo esta lucha como pretexto. Se puede con todo, tengo los mismos retos de la juventud cubana.”

Precisamente este tema es recurrente en las conversaciones que Irmita sostiene con su padre, René González Sehwerert, en la prisión de Marianna, Florida. “El está muy preocupado por los jóvenes, por su efervescencia revolucionaria. Las carencias, los optimismos y cuando estamos juntos y le cuento, me pasa la mano y dice: ´¿entonces tenemos el relevo en ustedes?´. Cada día que pasa él se va enfermando más de la sociedad norteamericana.

Irmita habló con su padre antes de salir para la Universidad donde esperaría el Primero de Mayo. Cuando le comentó sobre el entusiasmo de sus compañeros, René le dijo con ironía: “aquí dicen que eso allá se está cayendo, ¿es verdad?”, y ella le contestó: “no, que va, eso es imposible. Entonces escuché su risa como diciendo, esta gente aquí come más m…”

Sobre su participación en foros internacionales, Irmita reconoce que “vamos a poner la parte humana, para que el mundo sepa que los Cinco son hombres buenos, que tienen familia, que sacrifican sus vidas para proteger otras. Hay que mover sentimientos e implicar emocionalmente a las personas para que actúen a favor de la causa de Cuba.

¿Qué sientes cuando visitas a tu papá, sabiendo que tu mamá y tu hermana no lo han hecho?

“Es muy difícil. Es como servir de puente entre mi mamá, mi hermana y mi papá. Él me pregunta hasta el último detalle, muchos que por vivirlos cotidianamente no los observo, pero mi papá quiere saberlo todo, porque no lo vive y para él es importante, es nuevo. “Aunque hace muy amena nuestras conversaciones, siempre con sonrisas y elogios, siento que tiene una nostalgia inmensa por Cuba, por lo que está pasando (si pintaron una calle, un edificio, por donde vas caminando para la facultad, qué hace mi hermana cuando llega, qué dice, si está más grande). Y cuando regreso a Cuba está mi mamá preguntando todo, cómo está él, si está más delgado. Disfruto las visitas a mi papá, pero quisiera que estuvieran ellas, porque lo añoran.”

Y en el caso de Ivette, ¿cómo te llega esa añoranza por su padre ausente?

“Ella es una niña muy noble y en rara ocasiones se expresa abiertamente sobre el caso. Siempre lo tiene presente, si hace un dibujo pinta a su papá, si piensa en el futuro piensa en el papá. Cuando vemos la novela cubana le dice a mi mamá ´no te pelees con mi papá, yo tengo que conocerlo, quiero verlo´, pero de otros temas es muy difícil que ella te hable. Creo que como niña al fin, saturada del dolor que rodea a su familia, muchas veces te dice ya, ya…., no quiere lidiar con ese conflicto.”

¿Cuáles han sido los momentos más difíciles de tu vida?

“El más difícil fue cuando tenía seis años y mi papá se fue del país. Empezaron a pasar los días, me decían que estaba estudiando, que se demoraba un poquito más, recuerdo esa angustia, ese dolor en el pecho, esa agonía de no saber dónde estaba mi papá. Yo era muy apegada a él, es una persona increíble, amoroso, es genial.

“El otro momento fue vivir en EE.UU., y junto a mi papá y a mi mamá tener que lidiar con esas personas de allá, la mafia, y ver como nos relacionábamos con gente tan diferente a nosotros, a la familia que quedó en Cuba. Me preguntaba cómo era posible que al regresar a casa mi padre me inculcara amor, lo contrario al odio que expresan aquella gente. Fui partícipe de la doble vida de mi papá y viví con esa tensión, aunque nunca me dijo lo que estaba haciendo.

“Y otro momento muy difícil fue el día del arresto. Los que vivimos después, con la familia dividida, el asedio, las agresiones sicológicas, y estar solas allá. Nuestras vidas y nuestro futuro quedaron incierto, a la deriva.

¿Y los mejores?

“Cuando era niña, ese amor de familia, ver a mi mamá y a mi papá siempre sonriendo, cuando salíamos, cuando nos divertíamos.”

Irmita reconoce en Olga –la mamá– un puntal muy importante para su formación, mas no desprecia que en su personalidad han intervenido muchos agentes socializadores como su familia, la Patria, su comunidad, los amigos y su papá.

“Mi familia revolucionaria. Los valores de la Revolución se interiorizaron en mí hasta el punto de que cuando me enfrenté a una sociedad diferente pude valorar, criticar lo que estaba pasando.

“Vivir mis primeros 12 años en Cuba y luego haberme ido a EE.UU. me hizo más revolucionaria. Si de algo me valió vivir en Estados Unidos fue aprender el idioma inglés _que me sirve para luchar por la liberación de mi papá y sus cuatro hermanos_, y para apreciar lo que tengo y cuidarlo.

Viviendo en Miami, ¿conociste a algún terrorista?

“A Ramón Saúl Sánchez, con su prepotencia. Un día fuimos a despedirlo porque supuestamente iba a una cruzada en barco, llamó a la prensa y anunció que iba a entrar a las costas cubanas y hasta que no acabara con el sistema en Cuba no iba a regresar. De pronto llamaron a mi papá porque dijeron que se le había roto el timón. Enseguida regresó y armó el show de nuevo.

“Recuerdo su boda, que se supone sea un momento de alegría, de implicación sentimental y emocional, los invitados cantaron el himno de Cuba, el de Estados Unidos y le pidieron a Dios que le permitiera seguir luchando, para acabar con el sistema revolucionario cubano. ¡Yo me quedé!…

“Otro día mi papá iba con Ramón Saúl en un vuelo sobre Bahamas, para hacer un simulacro de planes de enterramiento de armas y lanzamiento de octavillas sobre Cuba, pero se rompió el alerón del avión y armaron otro show mediático. A mi papá le dieron una condecoración por haber salvado a ese terrorista, y convirtieron el accidente en historia ya que estaban en una supuesta misión patriótica.”

El gobierno de EE.UU. continúa protegiendo a Posada Carriles, ¿conversas sobre ese tema con tu papá?

“Sentimos indignación al ver que esos asesinos gozan de la protección y la recompensa del gobierno norteamericano. Mi papá siempre dice: ´no puedo sentirme héroe por estar aquí, mientras otros están muriendo a causa de un acto terrorista´.

¿La Psicología te ayuda a mitigar el dolor de la familia?

“Cuando entras a esta carrera tu visión de la vida va cambiando. Aprendes a no juzgar, a ser noble, más humano. Yo hablo con mi papá y le digo que te enseña a pasar por la vida y prestarle atención a las cosas que lo merecen, sin dejar que los individualismos te abrumen. La Psicología me ha ayudado a ver siempre el lado positivo, porque más que bien vamos a pasar por la vida y hay personas que están mucho peor.

“Por ejemplo, cuando alguien me recuerda que tengo a mi papá preso, le digo que él está preso por convicción, sabe lo que está haciendo, pero está vivo, hay personas que no tienen a su papá. Si los familiares de los mártires de Barbados están luchando, yo no tengo derecho a cansarme.”

“Cuando me siento un poquito triste busco las cosas buenas de la vida y elimino esas que me hacen sentir mal. La carrera me ha enseñado a ver las cosas con optimismo.”

¿Qué haces contra la lástima?

“No puedes dejar que te invada la lástima. Jamás he sentido lástima por mí, tengo la capacidad y la fuerza suficientes para luchar contra mis conflictos. Me río de las personas que se acercan a mí con lástima.

“Mi papá es optimista y no acepta bajo ninguna condición que nos tengan lástima, eso nos derrumbaría. Y no puedes llorar porque él no se lo merece. Ese lujo no se lo podemos dar a esa gente.”

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