27 diciembre, 2005

!Un nuevo año!

Hoy la situación de mi país es bien diferente a la del año anterir. La crisis económica va cediendo y las mejoras son más visibles hasta para las miradas menos optimistas.
El crecimiento de la economía en un 11,8% se divisa desde la propia mesa del cubano, donde comenzaron a aparecer nuevos productos alimenticios, o desde los agromercados, donde abundan verduras, viandas y granos, que escasearon en los últimos tiempos, fundamentalente como consecuencia de una severa sequía que afectó a las plantaciones durante los últimos tres años.
Otro poco de felicidad llegó también a los hogares con la introducción de nuevos equipos electrodométicos, que si bien son muy viejos en el mercado, por las limitaciones económicas, el cerco que nos continúa tendiendo el gobierno de Estados Unidos y nuestra condición de país del Tercer Mundo, impidieron que contáramos con todos ellos desde antes.
Desde el punto de vista social hay un obstensible mejoramiento de la tecnología para diagnosticar enfermedades y con la introducción de nuevos medicamentos, vacunas..., pero como todo eso es tan común para los cubanos y la educación está garantizada para todos por igual, casi nunca pensamos en esos temas a la hora de vanagloriarnos por la llegada de un nuevo año.
Festejamos por la salud de los campañeros y de la familia, por los logros que aún están por venir y han sido oportunamente anunciados por Fidel, nuestro presidente, o mejor dicho por el Comandante en Jefe como cariñosamente le llama el pueblo. Festejamos por la contundente victoria de Cuba en Naciones Unidas, cuando 182 países estuvieron a nuestro lado para censurar el bloqueo económico, financiero y comercial de la mayor potencia económica del mundo. En fin. bienvenido sea el 2006, nosólo para los cubanos, sino para todos los pueblos.

Bloqueo contra seguridad alimentaria

El férreo bloqueo económico, comercial y financiero que mantiene por más de 45 años Estados Unidos contra Cuba, ha convertido a los agricultores del patio en garantes de la seguridad alimentaria nacional.

Este sector de la economía se ha visto desvinculada también de los programas de intercambio que se realizaban con los países del ex campo socialista, por lo que la Isla ha tenido que “apretarse el cinturón”, para garantizar los niveles de proteínas y calorías que requiere una población que supera los once millones de habitantes.

La introducción de novedosas tecnologías, más eficaces y ahorradoras que algunas de las que se usaban con anterioridad, y la aplicación de bioplaguicidas, biofertilizantes y la tracción animal para el cultivo de algunas especies de vegetales, permiten a la agricultura cubana mayores cosechas que hace una década atrás.

A ello se suma la adopción de nuevas estructuras administrativas en el campo, y sistemas de estimulación a los hombres, como son la creación de las Unidades Básicas de Producción Cooperativas (UBPC) en las áreas estatales, y el pago del salario por los resultados finales de la producción. Donde se han creado las UBPC, se entrega la tierra a los trabajadores en calidad de usufructuarios, una empresa estatal acopia los frutos de las cosechas y los beneficios económicos se retribuyen entre el desarrollo de la entidad y los hombres.

La otra parte de la producción –muy importante- la aportan los campesinos propietarios de sus tierras, que en su mayoría están agrupados en cooperativas. La producción también se entrega al Estado para su posterior distribución, mientras las ganancias constituyen parte del patrimonio de los campesinos, que se completa con animales y medios de trabajo.

La agricultura urbana, una modalidad introducida desde los países asiáticos ha sido un modelo de mucho éxito en la producción agrícola en la mayor de las Antillas, pues las principales verduras, hortalizas y plantas medicinales se cultivan en organopónicos y parcelas que están dentro de las ciudades.

Tiene la ventaja de que los vegetales se consumen muy frescos y se emplea fuerza de trabajo que fue desplazada durante la crisis económica de fábricas y centros productivos. Esta modalidad agrícola empleó a más de 36 mil obreros, siendo una de las fórmulas que contribuyeron para que Cuba hoy se enorgullezca de tener una de las menores tasas de desempleo de todo el mundo.

Actualmente, Cuba produce las mayores cantidades de viandas, hortalizas y granos con la mitad del combustible y los fertilizantes que lo hacía en la década del 80, situación que está determinada por los altos precios de estos insumos en el mercado mundial y la imposibilidad de adquirirlos en el norteamericano, lo que evitaría pagar altos precios por el traslado de las mercancías hasta la isla.

Los resultados productivos han sido menos viables en la rama de la ganadería, donde la falta de piensos y combustibles limita la reproducción de los rebaños, la ceba y la producción lechera, fundamentalmente.

Para citar solo un ejemplo de las implicaciones negativas en términos económicos que tiene el bloqueo norteamericano sobre este sector, baste decir que las afectaciones por las limitaciones de los cobros y pagos en USD por parte de Cuba y la imposibilidad de utilizar el Sistema Bancario del país norteño provocan pérdidas económicas en el último año del orden del 8% del total de operaciones del sistema del Ministerio de la Agricultura

01 diciembre, 2005

No nos devolvieron el avión


El secuestro o apoderamiento ilícito de aeronaves civiles es una de las modalidades de terrorismo que el gobierno de Estados Unidos promueve contra Cuba.

Esta práctica abominable, instrumentada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) desde 1959, ha traído nefastas consecuencias.

Hasta el año 2003, Cuba fue víctima de 56 secuestros de aviones, desviados la mayoría hacia EE.UU.; 26 de estas naves fueron embargadas por el gobierno norteamericano y no siempre los culpables fueron sancionados.

Los daños económicos por secuestros y desvíos forzosos de aeronaves ascienden a dos millones 242 mil 395 pesos, y por intento de secuestro a 267 mil 300. Los perpetradores de estas acciones, gente sin escrúpulos y dispuestos hasta a asesinar si fuera necesario para alcanzar sus objetivos, han provocado la muerte de 13 personas y heridas a otras 32.

Pero las consecuencias de estas prácticas execrables también se convirtieron en una pesadilla para los ciudadanos norteamericanos. Las autoridades de ese país nunca sospecharon que la promoción de estos actos contra Cuba pudiera generar los mismos inconvenientes dentro de su propio territorio.

A principios de 1961 se produjo el primer secuestro de un avión civil estadounidense hacia Cuba. A partir de ese momento, los desvíos forzosos hacia la Isla se incrementaron vertiginosamente.

Con el ánimo de combatir y poner fin a los secuestros de aviones de Cuba a Estados Unidos y viceversa, La Habana —signataria de varios convenios y protocolos internacionales que proscriben las amenazas y hechos concretos contra la aviación civil— instó a Washington a adoptar acciones en las que ambas partes se comprometieran a devolver cualquier fondo apropiado por los extorsionistas, a velar por la protección física de los pasajeros, la tripulación y la nave secuestrada, y a condenar a cualquier persona que en su territorio conspire para promover o promueva la comisión de este tipo de delito.

Sin embargo, la historia ha sido bien distinta. Mientras las autoridades de la Isla contribuyen a preservar la seguridad de la aviación civil estadounidense incluyendo la devolución de sus naves, Cubana de Aviación está continuamente en riesgo de ser víctima de actos terroristas.

La inmoral política migratoria de los Estados Unidos contra la Isla, reforzada a partir de 1966 con la Ley de Ajuste Cubano, continúa estimulando las salidas ilegales de cubanos hacia ese país por diferentes vías.

EL PENÚLTIMO SECUESTRO DE UN AVIÓN CUBANO

Un hecho fortuito situó a Gustavo Adolfo Salas en el vuelo 877, que cubría la ruta Habana-Gerona, Gerona-Habana, en la tarde del 19 de marzo del 2003. El piloto suplió a un colega enfermo, y tuvo la experiencia más dramática de su vida cuando un grupo de antisociales secuestró la nave en que viajaban 36 personas.

De regreso a la capital, comenzando el descenso sobre la pista de Rancho Boyeros, “sentimos un estruendo, chequeamos los parámetros de los motores, todo estaba normal. Con el segundo golpe derribaron la parte superior de la puerta de la cabina; ya habían amarrado a la escolta y a los dos mecánicos, y cuando yo reaccioné el autotitulado jefe del grupo le tenía puesto un cuchillo en la garganta al capitán. Todo fue en cuestión de segundos.

“El hombre anunció que era un secuestro, que pusiéramos rumbo a Miami. Entonces el capitán le dijo, ’nosotros te llevamos para allá, pero que no le suceda nada a ningún pasajero”.

A la hora del recuento, las maniobras técnicas vienen a la mente de Salas: informó al Control de Tránsito Aéreo lo que sucedía, y recibió las orientaciones precisas para enrumbar hacia Miami, pero las reservas de combustible de un vuelo doméstico no eran suficientes para cubrir esa distancia, por lo que pidió un punto más cercano para aterrizar. Le recomendaron Cayo Hueso, que está a 70 millas.

Muchos riesgos enfrentaron en aquella travesía, mas desconocían el peor: “esa misma noche en que nuestro avión marchaba secuestrado, Bush dio la orden de invadir a Iraq. La fuerza aérea de EE.UU. estaba en alarma roja.

Nos enteramos cuando un oficial de Inmigración nos dijo: ’nacieron hoy, porque detrás de ustedes había dos F-15 con la orden de derribarlos si se salían de la ruta’”.

El desprecio de los secuestradores por la vida se manifestó desde el instante en que pusieron en riesgo a sus hijos y esposas, estas últimas cómplices del secuestro.

“Sobre el mar le dije al secuestrador: el combustible no alcanza para llegar y replicó: “a mí no me importa, como si nos caemos al agua, lo que me interesa es salir de Cuba”. Otro vino a la cabina y le dijo a su jefe: “cuando vayamos a aterrizar fíjate bien si los patrulleros son Lada y si son, échatelos”. Estaban decididos a cualquier cosa.

“Los secuestradores pensaron que los iban a recibir con bombo y platillo, y al contrario, enseguida que aterrizamos fueron esposados.”

A partir de entonces comenzó otra odisea para los tripulantes del vuelo 877: el traslado a una cárcel de inmigrantes en Miami, maltratos psicológicos, hambre, sueño, cansancio, y la continuación de un tren de interrogatorios practicados por diferentes dependencias policiales norteamericanas, “donde siempre nos preguntaron si queríamos quedarnos o si no teníamos temor a las represalias cuando llegáramos a Cuba”.

Un oficial de Inmigración instó a Salas: “aprovecha ahora, este es el país de la libertad”. Él respondió: “quiero que le echen combustible al avión para regresar a Cuba”.

BUSCANDO UN CULPABLE

Ocho meses después, el 29 de noviembre de ese mismo año, Salas —junto a tres de los tripulantes— regresó a Estados Unidos para participar en calidad de testigo de la Fiscalía en el juicio contra los secuestradores.

“Durante la preparación del juicio en Cayo Hueso, el juez de la Corte dijo a los abogados de la defensa —todos contratados por la Fundación Nacional Cubanoamericana—, que no quería oír una palabra de política en el juicio, que se iba a sancionar un acto de terrorismo, de piratería área.”

A varios días de comenzar el juicio algo preocupó a Salas: él era el único cubano que no había comparecido ante el tribunal. “Estaban preparando una estratagema, la defensa solicitó a la Fiscalía utilizarme como su testigo, y ello requería otra reunión preparatoria.

“Todas las preguntas giraron sobre política, ninguna sobre el secuestro. Indagaron por qué Fidel nos había recibido al regresar a Cuba, si era verdad que para ser piloto en nuestro país había que ser militante del Partido y qué funciones hacía en el núcleo, sobre mis declaraciones en la Mesa Redonda. Al final desistieron de utilizarme, yo no le servía para sus intereses”.

El juicio recesó el fin de semana. Gustavo Adolfo Salas rememora que el juez indicó a los miembros del jurado que no se predispusieran mirando televisión, escuchando radio o leyendo los periódicos, porque la prensa, y sobre todo la de Miami, dice lo que le conviene.

Una vez ante la Corte, los abogados de la defensa trataron de demostrar que Salas tenía un plan de vuelo para viajar a Cayo Hueso, que tenía vínculos y era cómplice de los secuestradores.

“Si demostraban que uno de los miembros de la tripulación estaba complotado con ellos, el caso dejaba de ser secuestro, por tanto era innecesario el juicio y los secuestradores serían declarados inocentes del cargo de piratería aérea, pero no lo lograron; los culpables fueron sancionados; sin embargo, el gobierno norteamericano no nos devolvió el avión.”

Fuentes:

-Multimedia Cuba acusa.

-Impactos del terrorismo en la Aviación Civil

Cubana, de María Caridad Pérez Perdomo, especialista del IACC.


(Entrevista realizada junto al periodista Rafael Hojas Martínez)

Ni olvido, ni perdón


Carmen Báez, víctima de la macabra operación Cóndor, incansable luchadora por la liberación de los Cinco, sabe que el tiempo no disminuye los sentimientos

“Tanta muerte, tanta sangre, tanta injusticia, tanta esperanza destrozada, ni olvido ni perdón. La sangre derramada no será negociada”. Con esta certeza Carmen Báez erigió otra vida después de su paso tormentoso por un campo de concentración en su natal Argentina, durante la época que se gestaba en Sudamérica la macabra Operación Cóndor.

“Mirando las fotos de los desaparecidos..., parece que se vistieron especialmente para esa ocasión, están lindos y jóvenes, tienen una actitud de firmeza, se ven llenos de amor y deseos de justicia.

“También te vi a vos, entrañable, creador, tímido, iniquísimo amigo Koke. Te encontré en sollozos hace un año, en la lista de los alumnos desaparecidos del Nacional Buenos Aires. Allí te vi, sonriente, estoico, y me di cuenta de cuán importante es encontrar a los muertos.

“Fueron muchos años de no mencionar estas cosas, estas vivencias, estos miedos, estos traumas, muchos años ocultando lo que nos pasó, que sale ahora dolorosamente de nuestras entrañas. Dicen que el tiempo hace disminuir los sentimientos, pero eso no es aplicable en este caso”.

Intactos en la memoria de Carmen Báez, están los recuerdos de una juventud marcada por la represión que generó la dictadura militar de la Argentina. Luego vendría el exilio, la adaptación a otros climas, a otras gentes, separada, unida a la familia o creando otras, y no se detuvo hasta hacerse “médica de los pobres”, una vocación que incubó casi desde su nacimiento.

Hija de exiliados paraguayos del régimen de Stroessner, desde los 13 años estuvo vinculada, clandestinamente, a la lucha contra las diferentes dictaduras. Su padre fue un guerrillero comunista latinoamericano, y heredó sus convicciones desde pequeña.

“El golpe militar en Argentina se produjo el 26 de marzo de 1976 y dos meses después fui secuestrada con toda la familia, tenía entonces 18 años. Fuimos conducidos a un campo de concentración, con las manos atadas y los ojos vendados.

“Nos sometieron a torturas físicas y psicológicas, abusos sexuales, orales, a todo tipo de crueldades que ese tipo de gente aprendió y practicó en centros de entrenamientos de Estados Unidos, donde enseñan a torturar a la gente.

“Meses después mi padre consiguió sacarme hacia Europa. Me habían delatado y los militares tenían órdenes de matarme.

“Una de las cosas más importantes que logré fue negociar, a cambio de una entrevista con periodistas suecos, sacar a mi familia de Argentina. Tuvieron la suerte de que no les pasara nada, y nos reunimos en Suecia.

MOZAMBIQUE, TIERRA QUERIDA

Los vericuetos de la vida en el exilio la imposibilitaron estudiar su anhelada carrera de medicina cuando tuvo edad para hacerlo, pero no se detuvo, nunca se detiene: “En la década del 80, el Frente para Liberación de Mozambique (FRELIMO) reclutó a muchos exiliados en Suecia para trabajar como colaboradores en ese país africano. Era mi gran oportunidad de estudiar medicina y marché sin pensarlo a África.”

En Mozambique, se hizo médico, y constató de cerca la tenacidad y la ayuda desinteresada de los cubanos, porque la mayoría de los profesores que le impartieron los conocimientos de Medicina eran de esta pequeña isla. Allí conoció a Martin, un sudafricano con quien contrajo matrimonio y tiene dos hijos.

Una vez graduada, ejerció su profesión en un lugar pobre, remoto y apartado de aquel país africano.

“El primer fin de semana firmé 10 certificados de defunción de menores de diez años. Alguien me dijo que aquello era normal, que me acostumbrara a esas cosas, y le respondí: ´es muy triste ver morir a niños indefensos, nunca podré acostumbrarme a eso. Ese día me prometí que más nunca me iba a suceder”.

“Trabajé sola durante dos años, hasta que llegó a aquella intrincada comunidad mozambicana una brigada de médicos cubanos. Hicimos un trabajo de equipo, enfrentamos epidemias de cólera y meningitis, y contribuimos a educar, a cambiar el comportamiento de los pobladores ante las enfermedades.

Justo en 1990, cuando liberaron a Nelson Mandela, Carmen y Martin, decidieron viajar a Sudáfrica, donde residen hoy. Ella continúa prestando sus servicios médicos a las personas pobres, y realiza una de las labores más impresionantes de solidaridad con Cuba en la lucha por la liberación de los Cinco antiterroristas cubanos presos en Estados Unidos.

La comunicación con Antonio Guerrero es una de las causas que más placer le proporciona. “Me envía dibujos y poemas, y yo lo retribuyo con los míos”, con toda la energía y la pasión que caracterizan a esta mujer, joven todavía, que carga una historia bonita y triste a la vez.

Durante su última visita a Cuba, como integrante de la Brigada de Solidaridad de Sudáfrica Alex La Guma, Carmen Báez escuchó a los familiares de los Cinco, “uno de los momentos más emocionantes de mi vida.