Ana Margarita González
El sociólogo argentino Atilio Borón, a solicitud exclusiva de Trabajadores, explicó sus puntos de vista acerca de conceptos expresados por René en su misiva; el primero fue la posibilidad de “globalizar la solidaridad”.
“Algo de eso hemos visto últimamente: la campaña por la libertad de los Cinco, por lograr que sean considerados en un juicio justo –que los declararía absolutamente inocentes-, ha tenido una repercusión importante, sus rostros son casi un emblema mundial de lo que es la injusticia del imperio.
“Hay otras formas de solidaridad: lo que hace Cuba al enviar médicos a países que prácticamente no tienen medicina al alcance de sus pueblos y hacerlo gratuitamente, y lo que tenemos con la Escuela Latinoamericana de Medicina, donde estudian 40 mil jóvenes de todo el mundo. Son aspectos que muchas veces no tienen en cuenta los teóricos de la globalización”.
“Cuba es demasiado importante para los gobiernos de EE.UU., que todavía no han digerido la abolición de la Enmienda Platt, ni la Revolución cubana del 59.
“Esta isla ha logrado, a pesar del bloqueo y a un costo enorme, seguir creciendo y mejorar los índices sociales. Evidentemente quedan algunos problemas por resolver, y se tornan más difíciles con el cerco económico. Me parece que para los cubanos es mejor pensar que sigue por un tiempo y no hacer planes suponiendo que va a ser levantado”.
“Con el cambio climático están llegando más ciclones a este país y destruyen muchas viviendas, pero no se puede bajar la tasa de mortalidad infantil como lo ha hecho Cuba, que está mejor que Japón, y al mismo tiempo tener la viviendas que tiene Japón.
“Las otras son pensar en un esquema económico más flexible que el que tienen ahora, en una diversidad de formas de asociación con empresas de capital mixto, desarrollar mini empresas o cooperativas para atender algunas necesidades que no tienen sentido que recaigan sobre el Estado, por ejemplo, las barberías, las reparaciones de los zapatos, la limpieza de cañerías, o la plomería. Deben ser debidamente controladas y pagar impuestos”.
“Conocí a Ivette, la hija de René, siendo muy pequeñita y ha padecido mucho por crecer alejada de su padre; son cinco jóvenes que sufren simplemente por haber hecho una obra de bien; a ellos la historia también los va a absolver, los va a rescatar”.
“El poder judicial norteamericano depende mucho del político, si no lo que sucedió con Posada Carriles no tendría explicación. Ningún juez, en ningún país del mundo, actuando con imparcialidad y autonomía hubiera dispuesto lo que dispuso en ese caso.
“Todo ello a pesar de que he vivido ocho años en EE.UU., manejo el idioma con fluidez, he dado clases a nivel doctoral allá, como decía Martí, viví en las entrañas del monstruo, lo conozco.
“A varios amigos y colegas con quienes he hecho actividades aquí en Cuba, de México, África y Nigeria, los detuvieron en distintos aeropuertos americanos, los interrogaron, perdieron sus vuelos de conexión; una de las preguntas era qué relación tenían conmigo, por qué los había invitado a venir, por qué pagaba sus pasajes.
“Yo era secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y lo hacía por solidaridad con estos movimientos en defensa de los Cinco y los movimientos sociales de América Latina, pero además porque era mi obligación hacerlo. “Arreciaron las investigaciones después que hicimos la asamblea de CLACSO aquí en el año 2003, que contó con la presencia permanente de Fidel Castro. No me perdonaron.
“La única precaución es no ir a los Estados Unidos. Tengo el teléfono intervenido, han mandado a robarme la computadora…, siento que me controlan, procuro hacer las cosas que quiero con discreción y no utilizo medios electrónicos que permitan detectar lo que hago o el contenido de mis cosas”.
“Cuba nos da ánimo, nos demuestra que luchando y con coherencia en los principios, en la ética, en la política, es posible conseguir grandes cosas.
“Si algo se ha logrado avanzar es porque Cuba resistió y demostró que otro mundo es posible de verdad. Cuba representa una esperanza, sigue movilizando a los pueblos, y provoca esta turbulencia social y política en América Latina, que madura en Venezuela, en Bolivia, en Ecuador, un poco menos en Brasil, en Argentina, en Uruguay, pero que de todas manera nos va demostrando cómo esas semillas que plantaron desde aquí están germinando en toda la región”.