25 abril, 2006

El Bárbaro del Ritmo canta en su rincón querido

anamarg@enet.cu

La voz del Bárbaro del Ritmo salta por los altavoces. /Lajas mi rincón querido/ pueblo donde yo nací/. Su pueblo, el de Santa Isabel de Las Lajas, casi en el centro de Cuba, está emocionado. Una mulata joven mueve sus caderas al compás del son y algunas lágrimas ruedan por las mejillas, símbolo de alegrías y recuerdos.

Benny Moré está aquí, se quedó cantando para su gente. Por eso, los cubanos organizan todos los años un Festival Internacional de Música para oírlo cantar, para verlo bailar y dirigir su orquesta.

Santa Isabel de las Lajas guarda sus vivencias y sus leyendas, mas, Cuba conoce de sus andanzas, sus cantos y su carisma. Turistas de todo el mundo llegan a su ciudad natal, para visitar la tumba del Benny y el Museo Municipal, donde se conservan su piano, su bastón, el sombrero y la guitarra que lo acompañaba y el abrigo largo y oscuro que usó en su última aparición ante el público, que fue precisamente en la ciudad de Cienfuegos.

Poco después, sus familiares y amigos lo despedían de la vida material y en el Casino de Congos, donde se reúnen los descendientes de congo que viven en Lajas, se hizo la ceremonia fúnebre antes de ser enterrado, y al toque de la makuta, bailaron y cantaron alrededor del cadáver.

“Este ritual fue un momento muy doloroso”, cuenta Miriam Olano, investigadora del Museo local. Dice también, que”la noche antes muchos lajeros congos oyeron sonar los tambores, para anunciar el fallecimiento del Bárbaro que, sobre el escenario donde actuaba, ocultaba los estertores de sus últimos momentos”.

Músico de la luz a la sombra

Bartolomé Maximiliano Moré nació con la música en la sangre, aquel 24 de agosto de 1919 y desde muy pequeño comenzó a tocar algunos instrumentos. “Acompañado por su guitarra llegó a la juventud cantando por los rincones de su Santa Isabel”, dice Blas Rodríguez, quien guarda en su memoria muchas vivencias del Benny.

En una cofradía de congos aprendió a tocar los tambores Insundi, de Yuca, los de Makuta y el bembé. Después fue perfeccionando su manera de tocar y cantar hasta que formó agrupaciones musicales que paseaba por toda la Isla.
Pero en esa etapa de su juventud, México le abre las puertas.

Llegó con el Conjunto Matamoros y regresó a Cuba siendo el señor Benny Moré. Tuvo un gran éxito como músico y hasta interviene en la filmación de algunas películas, mas, regresa a su país, donde desarrolla una fabulosa historia de realidades y fantasías.

Hizo su primera presentación en una emisora de radio (CMQ) el 3 de agosto de 1953, cantó en el famoso Estudio Uno, de Radio Progreso, Cadena Nacional y en 1956 es presentado ante las cámaras de la Televisión como “El Bárbaro del Ritmo”, un epíteto que lo acompaña siempre, tanto en Cuba como en el extranjero.

Los mexicanos dicen que “El Benny” sigue cantando allí y han levantado una escultura en la ciudad de Veracruz, exactamente en Lagunillas, en el centro histórico y muy cerca del puerto por donde él llegara. Fue esculpida en bronce, por el artista cubano Herminio Escalona e inaugurada a propósito de su último cumpleaños.

El Benny de Veracruz muestra una semi-sonrisa y viste según su costumbre: saco grande y largo, pantalones de tirantes, su sombrero alón en la mano izquierda y el bastón en la derecha. “Parece como si caminara erguido por las calles de Veracruz y le rindiera tributo a esa ciudad”, confiesa Herminio.

Un festival en su honor

Cada dos años, Cuba organiza un Festival Internacional de Música para recordar al más célebre de los músicos del patio. Sus canciones, su música y su risa se escuchan en Lajas, sede principal y en Cienfuegos y La Habana, que son las subsedes. Las mejores orquestas y agrupaciones nacionales y muchas extranjeras participan en esta décimo tercera edición del certamen.

Isaac Delgado, -afamado cantautor cubano de estos tiempos- reconoce las virtudes y la permanencia del Bárbaro del Ritmo a quien califica, como un gran artista de todos los tiempos. Y sus discos, grabados en Cuba y en el extranjero recorren el mundo, llevando lo autentico de nuestro folklor.

Chucho Valdés, quien tocara en la Orquesta del Benny siendo niño aún, cuenta que tenía un gran oído para la música, un extraordinario carisma y mucha popularidad dentro y fuera de Cuba. “Fue mi amigo. Él me quiso y yo también lo quise mucho”.

El Benny permanece en su “Rincón querido” y por toda Cuba el ritmo y la armonía que plantó y son imperecederos.

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