Los cinco antiterroristas cubanos presos en Estados Unidos agradecieron las muestras de solidaridad que reciben de varias partes del mundo cuando se cumplen 10 años de su encarcelamiento.
Una carta de Fernando González a nombre de los Cinco, como se les conoce internacionalmente, señala que al reclamo de justicia del pueblo cubano se unen cientos de miles de voces y aportes de todo el planeta.
Más allá de las batallas legales necesarias e importantes de estos 10 años y las que se avecinan en el futuro, es este gran movimiento de solidaridad el que garantiza que esta década de encierro no se prolongará indefinidamente, afirma.
Fernando González recuerda también que él y Ramón Labañino, Gerardo Hernández, Antonio Guerrero y René González fueron arrestados arbitrariamente en 1998, lo cual ha sido reconocido por la Organización de Naciones Unidas.
Sin embargo, expresa la misiva, esa arbitrariedad ha sido ignorada por autoridades norteamericanas al igual que lo argumentos de la defensa, pese a estar sustentados en hechos y evidencias y respaldados por antecedentes legales inequívocos.
Se ha impuesto hasta el momento una combinación de prejuicios políticos en la mentalidad de los jueces, con una falta absoluta de voluntad para ser justos, con el propósito de arrancar de nuestras manos la justicia a la que tenemos derecho, denuncia González.
Al respecto, enfatiza en que ante alguna decisión injusta, los Cinco mantienen la fe en la bondad de los seres humanos, valores que confían tengan aquellos que decidirán a otros niveles sobre los argumentos legales.
El pasado 12 de septiembre, cuando se cumplieron 10 años del encarcelamiento, se inició una campaña mundial de solidaridad con esos jóvenes por su liberación, a la cual se han sumado miles de personas y movimientos sociales.
CUBA: SUS GENTES, SUS PASIONES, SUS PAISAJES. LA COTIDIANIDAD, DESDE UNA VISIÓN PERSONAL
21 septiembre, 2008
07 septiembre, 2008
Rapidez: el sello de esta recuperación
Foto: Eddy Martin
Pinar del Río se está recuperando más rápido de lo que imaginaba. Lo digo sin exceso de optimismo ni triunfalismo –aunque alguien pudiera creerlo-, sino con la experiencia de haber buscado en el alma y en la geografía de varias provincias después del paso de un huracán. Tras Gustav he recorrido los ocho municipios afectados.
Es cierto que miles de personas no tienen techo propio donde vivir, varios sitios están oscuros aún, la agricultura está devastada, los árboles destrozados y no se ve un ave volar, pero un aluvión de pinareños y de cubanos solidarios, en una semana, han restañado heridas que en otras condiciones hubiesen tardado meses.
La Revolución Energética permitió que a sólo 24 horas del paso de Gustav, la cabecera provincial y algunos de los municipios más occidentales recibieran el servicio eléctrico y paulatinamente fuera llegando a los “revolcados” por el meteoro, con la revitalización de líneas de cables, de los grupos electrógenos y el emplazamiento de otros donde antes no funcionaban.
Con la inmediata llegada de tejas infinitas, de barro y de asbesto cemento, cientos de hogares recobraron sus techos o tienen otros nuevos. Por ejemplo, con las asignadas en La Palma se techaron 373 casas, y ya en los poblados de El Cupón y Maravilla, en Viñales, los constructores de la ECOI-8, de Camagüey, habían colocado la totalidad de estos elementos.
Está claro que hacer de nuevo las viviendas para las familias que perdieron las suyas no será una tarea fácil; requiere de una inversión millonaria, que implica abundantes recursos –muchos de los cuales hay que importar- y el trabajo de miles de constructores, para lo cual quizás sea necesario todavía el apoyo de hombres venidos desde lejos.
Otra de las sorpresas fue ver que se está bombeando el agua en la mayoría de los asentamientos poblacionales, con la prioridad de los grupos electrógenos para este fin, y donde no ha sido posible se distribuye con pipas, igual que a la mayoría de la masa ganadera, incluyendo aves, cerdos y ganado menor.
Otra prioridad de la provincia ha sido distribuir keroseno y alcohol o gas licuado para la cocción de los alimentos, algo que fue una verdadera tragedia en las primeras horas posteriores al paso del huracán. En ese momento viví más la angustia de algunas familias en Los Palacios por no tener cómo cocinar que hasta por la pérdida de bienes materiales.
La estrategia de la agricultura, donde se cuantifican pérdidas millonarias, permitió el restablecimiento de los ordeños y el cumplimiento de la entrega de la leche a las bodegas asignadas, la recuperación de los frutos aptos para el consumo, y la siembra de variedades de ciclo corto para acopiar productos en el menor plazo.
Suerte que en esta época estaba acopiado todo el tabaco, el que se mantenía en las escogidas y despalillos fue protegido con nylon, y se pudieron minimizar las pérdidas en este importante renglón.
El paisaje es catastrófico a pesar del esfuerzo de muchas mujeres y hombres por recoger escombros, árboles caídos, ordenar las viviendas o lo que quedó de ellas. A su paso, Gustav devastó la exuberante y privilegiada vegetación de esta región y hasta cambió el rumbo de algunos ríos y arroyuelos. La de la Naturaleza será lo más lento de la recuperación.
La experiencia del paso de Gustav dio paso, una vez más, a la solidaridad de los cubanos. Para identificarse con ella basta recorrer cualquiera de las carreteras que surcan la tierra del occidente de la Isla: carros de todo tipo y con matrícula de todas las provincias llevan alimentos, equipos, grupos electrógenos, suministros para los constructores, eléctricos y telefónicos que trabajan sin límite de tiempo.
Pese a las inclemencias, los pinareños sonríen. Hay rostros endurecidos por los golpes de Gustav, pero aún así son capaces de mantener una charla afectiva con cuanto periodista o visitante llega a su encuentro, incluso hasta en los hogares donde por las imperfecciones de los seres humanos no ha llegado todavía la atención precisa, la mano en el hombro, la voz de la certeza en la solución de su problema.
Mientras observaba el emplazamiento de un grupo electrógeno en el poblado de La Palma, un hombre me advirtió: “a los eléctricos no hay con qué pagarles, trabajan hasta de noche, te lo aseguro porque vivo frente a la Empresa Eléctrica y se cuándo regresan”. Y es que como me dijo Pedro Lázaro Martínez, el secretario del Partido en Viñales: “la solidaridad es el sello de nosotros los cubanos”.
Pinar del Río se está recuperando más rápido de lo que imaginaba. Lo digo sin exceso de optimismo ni triunfalismo –aunque alguien pudiera creerlo-, sino con la experiencia de haber buscado en el alma y en la geografía de varias provincias después del paso de un huracán. Tras Gustav he recorrido los ocho municipios afectados.
Es cierto que miles de personas no tienen techo propio donde vivir, varios sitios están oscuros aún, la agricultura está devastada, los árboles destrozados y no se ve un ave volar, pero un aluvión de pinareños y de cubanos solidarios, en una semana, han restañado heridas que en otras condiciones hubiesen tardado meses.
La Revolución Energética permitió que a sólo 24 horas del paso de Gustav, la cabecera provincial y algunos de los municipios más occidentales recibieran el servicio eléctrico y paulatinamente fuera llegando a los “revolcados” por el meteoro, con la revitalización de líneas de cables, de los grupos electrógenos y el emplazamiento de otros donde antes no funcionaban.
Con la inmediata llegada de tejas infinitas, de barro y de asbesto cemento, cientos de hogares recobraron sus techos o tienen otros nuevos. Por ejemplo, con las asignadas en La Palma se techaron 373 casas, y ya en los poblados de El Cupón y Maravilla, en Viñales, los constructores de la ECOI-8, de Camagüey, habían colocado la totalidad de estos elementos.
Está claro que hacer de nuevo las viviendas para las familias que perdieron las suyas no será una tarea fácil; requiere de una inversión millonaria, que implica abundantes recursos –muchos de los cuales hay que importar- y el trabajo de miles de constructores, para lo cual quizás sea necesario todavía el apoyo de hombres venidos desde lejos.
Otra de las sorpresas fue ver que se está bombeando el agua en la mayoría de los asentamientos poblacionales, con la prioridad de los grupos electrógenos para este fin, y donde no ha sido posible se distribuye con pipas, igual que a la mayoría de la masa ganadera, incluyendo aves, cerdos y ganado menor.
Otra prioridad de la provincia ha sido distribuir keroseno y alcohol o gas licuado para la cocción de los alimentos, algo que fue una verdadera tragedia en las primeras horas posteriores al paso del huracán. En ese momento viví más la angustia de algunas familias en Los Palacios por no tener cómo cocinar que hasta por la pérdida de bienes materiales.
La estrategia de la agricultura, donde se cuantifican pérdidas millonarias, permitió el restablecimiento de los ordeños y el cumplimiento de la entrega de la leche a las bodegas asignadas, la recuperación de los frutos aptos para el consumo, y la siembra de variedades de ciclo corto para acopiar productos en el menor plazo.
Suerte que en esta época estaba acopiado todo el tabaco, el que se mantenía en las escogidas y despalillos fue protegido con nylon, y se pudieron minimizar las pérdidas en este importante renglón.
El paisaje es catastrófico a pesar del esfuerzo de muchas mujeres y hombres por recoger escombros, árboles caídos, ordenar las viviendas o lo que quedó de ellas. A su paso, Gustav devastó la exuberante y privilegiada vegetación de esta región y hasta cambió el rumbo de algunos ríos y arroyuelos. La de la Naturaleza será lo más lento de la recuperación.
La experiencia del paso de Gustav dio paso, una vez más, a la solidaridad de los cubanos. Para identificarse con ella basta recorrer cualquiera de las carreteras que surcan la tierra del occidente de la Isla: carros de todo tipo y con matrícula de todas las provincias llevan alimentos, equipos, grupos electrógenos, suministros para los constructores, eléctricos y telefónicos que trabajan sin límite de tiempo.
Pese a las inclemencias, los pinareños sonríen. Hay rostros endurecidos por los golpes de Gustav, pero aún así son capaces de mantener una charla afectiva con cuanto periodista o visitante llega a su encuentro, incluso hasta en los hogares donde por las imperfecciones de los seres humanos no ha llegado todavía la atención precisa, la mano en el hombro, la voz de la certeza en la solución de su problema.
Mientras observaba el emplazamiento de un grupo electrógeno en el poblado de La Palma, un hombre me advirtió: “a los eléctricos no hay con qué pagarles, trabajan hasta de noche, te lo aseguro porque vivo frente a la Empresa Eléctrica y se cuándo regresan”. Y es que como me dijo Pedro Lázaro Martínez, el secretario del Partido en Viñales: “la solidaridad es el sello de nosotros los cubanos”.
02 septiembre, 2008
Gustav no pudo con los pinareños
“¡Muchacha por tu vida, yo nunca pensé ver una cosa como esta! Parecía humo y sentía cómo los árboles partían y caían haciendo un estruendo enorme. Empecé a sentir miedo cuando ví que el viento se llevaba el techo. Nos metimos debajo de la meseta ¡cinco personas! Mi sobrino me empujaba, pusieron una mesa delante y sentíamos cómo caían los pedazos de fibrocemento…
Migdalia Delgado Pérez, con sus 71 años en el poblado Sierra Maestra, en el municipio Los Palacios, recuerda el paso del huracán de 1944, “pero ¡ni comparación! Este viento no respetó techos amarrados ni con sacos de arena encima, solo quedaron las que tenían placa”.
El joven Marlon Rivera, impotente, observó como volaba cada teja de fibrocemento de sus vecinos. “Miraba por la persiana de enfrente, pero no podía hacer nada, no había quien saliera en ese momento”. Y a Georgina Breto, el centenario algarrobo –símbolo del pueblo_ le agrietó la placa de su techo en dos.
La mayoría de los ancianos, mujeres y niños se refugiaron en la iglesia, pero ni con la casa de Dios tuvo compasión Gustav: las persianas cedieron y los pocos hombres que había dentro apuntalaron los bancos contra ellas hasta el paso de los vientos más fuertes.
Cuando llegó la calma del ojo del huracán, Leticia salió corriendo con sus dos hijas y una anciana hasta llegar a la sede del Correo, donde pasó la noche. Al saber que el huracán iba sobre ellos, Noiris León corrió para la casa de su madre, pero tuvo que guarecerse en el mencionado local. Supo que se casa se había destruido, pero solo al amanecer del domingo fue a comprobarlo.
“Es triste ver destrozada la casa que con tanto esfuerzo llevo seis u ocho años construyendo. La primera ventana cayó sobre el refrigerador, luego cedió la pared y acabó con los ventiladores, el televisor, el DVD…, los colchones y la ropa están empapados.
Ahora estamos preparando condiciones en casa de mi hermana, que tiene unos jimaguas, para irme para allí con la niña. A la casa de mi hermano también le llevó el techo, pero todos estamos vivos”.
Migdalia Delgado Pérez, con sus 71 años en el poblado Sierra Maestra, en el municipio Los Palacios, recuerda el paso del huracán de 1944, “pero ¡ni comparación! Este viento no respetó techos amarrados ni con sacos de arena encima, solo quedaron las que tenían placa”.
El joven Marlon Rivera, impotente, observó como volaba cada teja de fibrocemento de sus vecinos. “Miraba por la persiana de enfrente, pero no podía hacer nada, no había quien saliera en ese momento”. Y a Georgina Breto, el centenario algarrobo –símbolo del pueblo_ le agrietó la placa de su techo en dos.
La mayoría de los ancianos, mujeres y niños se refugiaron en la iglesia, pero ni con la casa de Dios tuvo compasión Gustav: las persianas cedieron y los pocos hombres que había dentro apuntalaron los bancos contra ellas hasta el paso de los vientos más fuertes.
Cuando llegó la calma del ojo del huracán, Leticia salió corriendo con sus dos hijas y una anciana hasta llegar a la sede del Correo, donde pasó la noche. Al saber que el huracán iba sobre ellos, Noiris León corrió para la casa de su madre, pero tuvo que guarecerse en el mencionado local. Supo que se casa se había destruido, pero solo al amanecer del domingo fue a comprobarlo.
“Es triste ver destrozada la casa que con tanto esfuerzo llevo seis u ocho años construyendo. La primera ventana cayó sobre el refrigerador, luego cedió la pared y acabó con los ventiladores, el televisor, el DVD…, los colchones y la ropa están empapados.
Ahora estamos preparando condiciones en casa de mi hermana, que tiene unos jimaguas, para irme para allí con la niña. A la casa de mi hermano también le llevó el techo, pero todos estamos vivos”.
Muchos coinciden en afirmar que Sierra Maestra –el primer núcleo poblacional que Gustav impactó en nuestro archipiélago_ tenía la mayor belleza natural de la zona. Abundantes y enormes árboles maderables, el bien cultivado organopónico y las casitas –modestas, pero ciudadas_ conformaban un plácido paisaje rural. Los fortísimos vientos y la lluvia intensa transformaron la geografía y el ánimo de la gente.
Para Emilio Triana Ordaz, presidente del Consejo de Defensa de Los Palacios, la tarea más importante que tienen por delante es reconstruir el estado anímico de la gente, hacer un llamado al combate, y reforzar la confianza y seguridad que el pueblo tiene en que la Revolución no dejará desamparado a ninguno.
En Los Palacios se reportan 16 lesionados leves, cuantiosos daños a la infraestructura económica –la mayoría sin cuantificar_ y sobre todo a las viviendas, cuyo dato preliminar supera las nueve mil totalmente derrumbadas o con daños en os techos. Solo los techos de placa resistieron el embate de los vientos, que superaron los 340 kilómetros por hora, “porque el equipo que reportaba su impacto se rompió cuando alcanzaron esa velocidad”, precisó Triana.
“La gente ha dado una respuesta muy positiva, tanto para la evacuación (17 mil 400 personas se resguardaron en casas de vecinos, familiares y en los centros habilitados para ellos), como para cooperar en todo cuanto ha sido posible”, expresó, y también lo confirmó Orlando Lugo Fonte, presidente de la ANAP nacional, quien dijo a Trabajadores: “he conversado con muchas personas en Los Palacios, nadie se siente derrotado, y es evidente la confianza en la solución de sus problemas”.
Para Emilio Triana Ordaz, presidente del Consejo de Defensa de Los Palacios, la tarea más importante que tienen por delante es reconstruir el estado anímico de la gente, hacer un llamado al combate, y reforzar la confianza y seguridad que el pueblo tiene en que la Revolución no dejará desamparado a ninguno.
En Los Palacios se reportan 16 lesionados leves, cuantiosos daños a la infraestructura económica –la mayoría sin cuantificar_ y sobre todo a las viviendas, cuyo dato preliminar supera las nueve mil totalmente derrumbadas o con daños en os techos. Solo los techos de placa resistieron el embate de los vientos, que superaron los 340 kilómetros por hora, “porque el equipo que reportaba su impacto se rompió cuando alcanzaron esa velocidad”, precisó Triana.
“La gente ha dado una respuesta muy positiva, tanto para la evacuación (17 mil 400 personas se resguardaron en casas de vecinos, familiares y en los centros habilitados para ellos), como para cooperar en todo cuanto ha sido posible”, expresó, y también lo confirmó Orlando Lugo Fonte, presidente de la ANAP nacional, quien dijo a Trabajadores: “he conversado con muchas personas en Los Palacios, nadie se siente derrotado, y es evidente la confianza en la solución de sus problemas”.
Solidaridad y humanismo
Se dice que Paso Real de San Diego fue uno de los lugares más dañados por Gustav, sin embargo, no es tan grande la diferencia entre los pueblos que este equipo de reporteros visitó el domingo, que además de los mencionados incluyó a San Diego del Valle, Candelaria, San Cristóbal y algunos caseríos.
En Santa Mónica encontré uno de esos valores llevados a expresión superlativa: en la casa de Carlos Manuel Hernández, se contaron a la hora de servir la comida 27 personas, entre familiares y vecinos. No durmieron, pero tomaron café, al amanecer leche con chocolate, y aún están aglomerados por las habitaciones televisores, ventiladores, colchones, sacos de ropas, ollas reinas…
“Con mis 61 años, ni me imaginé que un ciclón fuera de la forma que pasó ese. Tratamos de ayudar a todos, pero se siente mucha tristeza, aplicamos muchas alternativas para preservar los inmuebles, pero nada aguantó en las casas de madera y techos de fibro”. “El pánico nos dominó y cuando todo pasó, los hombres fueron los primeros en pedir un poquito de tilo”, dijo la hija de Carlitos.
Romelia Hernández también sintió la solidaridad de sus vecinos. Cuando ella vio que su techo no resistió levantó al nieto y salieron corriendo para la casa de Rosita. A los quince minutos vio cómo su techo volaba por el aire y un rato después el frente de su casa se derrumbó. “Desde ayer lo único que he hecho es llorar, no tiene consuelo ver cómo las cosas de uno se destruyen, sin que nadie pueda hacer nada”.Lo pasé con mi nieto.
Se dice que Paso Real de San Diego fue uno de los lugares más dañados por Gustav, sin embargo, no es tan grande la diferencia entre los pueblos que este equipo de reporteros visitó el domingo, que además de los mencionados incluyó a San Diego del Valle, Candelaria, San Cristóbal y algunos caseríos.
En Santa Mónica encontré uno de esos valores llevados a expresión superlativa: en la casa de Carlos Manuel Hernández, se contaron a la hora de servir la comida 27 personas, entre familiares y vecinos. No durmieron, pero tomaron café, al amanecer leche con chocolate, y aún están aglomerados por las habitaciones televisores, ventiladores, colchones, sacos de ropas, ollas reinas…
“Con mis 61 años, ni me imaginé que un ciclón fuera de la forma que pasó ese. Tratamos de ayudar a todos, pero se siente mucha tristeza, aplicamos muchas alternativas para preservar los inmuebles, pero nada aguantó en las casas de madera y techos de fibro”. “El pánico nos dominó y cuando todo pasó, los hombres fueron los primeros en pedir un poquito de tilo”, dijo la hija de Carlitos.
Romelia Hernández también sintió la solidaridad de sus vecinos. Cuando ella vio que su techo no resistió levantó al nieto y salieron corriendo para la casa de Rosita. A los quince minutos vio cómo su techo volaba por el aire y un rato después el frente de su casa se derrumbó. “Desde ayer lo único que he hecho es llorar, no tiene consuelo ver cómo las cosas de uno se destruyen, sin que nadie pueda hacer nada”.Lo pasé con mi nieto.
Comenzó la recuperación
A nuestro regreso del municipio de Los Palacios ya los eléctricos de Pinar del Río recibían la ayuda solidaria de sus colegas de Guantánamo, Granma, Ciego de Ávila, Villa Clara, Cienfuegos… hasta completar ocho brigadas, que según Luis Martínez, director de la Empresa Constructora de la Industria Eléctrica de Vueltabajo, tienen la respetable tarea de restaurar el servicio eléctrico en sólo cinco días.
Esa actitud fue elogiada también por Olga Lidia Tapia, Presidenta del Consejo de Defensa en esa provincia, en declaraciones exclusivas a Trabajadores: “ las afectaciones son muy complejas, sobre todo en la vivienda, el bombeo de agua y la cocción de los alimentos, pero los pinareños tienen muchos valores y juntos vamos a enfrentar y superar todos los obstáculos”.
A nuestro regreso del municipio de Los Palacios ya los eléctricos de Pinar del Río recibían la ayuda solidaria de sus colegas de Guantánamo, Granma, Ciego de Ávila, Villa Clara, Cienfuegos… hasta completar ocho brigadas, que según Luis Martínez, director de la Empresa Constructora de la Industria Eléctrica de Vueltabajo, tienen la respetable tarea de restaurar el servicio eléctrico en sólo cinco días.
Esa actitud fue elogiada también por Olga Lidia Tapia, Presidenta del Consejo de Defensa en esa provincia, en declaraciones exclusivas a Trabajadores: “ las afectaciones son muy complejas, sobre todo en la vivienda, el bombeo de agua y la cocción de los alimentos, pero los pinareños tienen muchos valores y juntos vamos a enfrentar y superar todos los obstáculos”.
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